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"... pero, en calquier caso, ¡el Camino de Santiago existe! y en él se encuentra la magia, el espíritu y la simiente de un mundo nuevo, más humano, mejor y diferente". (Juan)

Camino de Santiago. Viaauria. De Cacabelos a Trabadelo, pasando por Villafranca del Bierzo
Juan
16/01/2010

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Camino de Santiago. De Cacabelos a Trabadelo, pasando por Villafranca del Bierzo.

     Cacabelos. Lluvia. Sábado, 16 de enero de 2010. Año Santo Compostelano. Viaauria vuelve al Camino de Santiago, recordando la experiencia vivida en el 2004.

     Mamá Helena vuelve a caminar, tras más de un año de ausencia, por maternidad. ¿Con quién queda Mateo?. Con los abuelos, supongo.

     Esta vez son tres autobuses. Ciento y pico personas. Muchas caras nuevas.

     Se prevé un día "horribilis". Se anuncia lluvia. Y mucho asfalto bajo los pies. El ejercicio de ennadamiento es más necesario que nunca. Borrar todos los deseos. No desear nada. No esperar nada...

     Al bajar de los buses toca vestirse. Pantalones de agua. Polainas. Chuvasqueros. Paraguas. Muchos paragüas. ¿Paragüas en el Camino? ¿Peregrinos con paragüas?. Esto suena raro. Porque ¡los peregrinos no llevan paragüas!. Crisis de identidad? ¿Qué demonios somos?. En el bus nos han dado a cada uno una credencial. ¿Esto para qué sirve?. ¿Donde y cuando hay que sellar?. A ver. Tranquilidad. Estamos empezando. Muchos de los presentes no han dado nunca un paso por el Camino.

     Tomamos un café. Hacemos una foto para retratar el comienzo. Los primeros pasos. El bebé que ya deja de serlo y empieza a gatear...

     A la salida de Cacabelos cruzamos el río Cué, no, perdón, que no es Cué, que es Cuá, el río Cuá... y a nuestra derecha vemos el Santuario de la Virgen de las Angustias. Es una bonita imagen para despedir un pueblo. Un bonito adiós. Cuentan que aquí está instalado un moderno albergue de peregrinos, con habitaciones dobles. Esto de albergue con habitaciones dobles también me suena raro. Los albergues suelen ser con habitaciones múltiples. ¡Y tan múltiples a veces, y si no que se lo pregunten al de Burgos, por ejemplo!. Hoy parece que todo me suena raro. ¿No será que soy yo el que estoy raro?. Sí. Estoy buscándome. ¿Caminante o peregrino?. No acabo de ubicarme.

     Vamos por el arcén de la carretera. Apenas hay tráfico. Llueve, aunque no mucho. Llegamos a Pieros. Y luego dejamos la carretera y sentimos la suavidad de la tierra bajo los pies. Una agradable sensación. Un hermoso camino, entre viñas. La niebla al fondo, escondiendo las montañas. Una bonita imagen. Es una grata sorpresa sentir algo blando bajo las botas y respirar el silencio del campo. Algún que otro pajarillo. El ruído del agua. La mirada cariñosa de las cepas sonrientes. Empieza la música de la naturaleza.

     Villafranca nos recibe con los brazos abiertos. El albergue a la derecha. A la izquierda la Iglesia de Santiago, con su hermosa Puerta del Perdón. El Papa Calixto III concedió a los peregrinos que estaban enfermos o impedidos el privilegio de que al pasar por esta puerta reciben la misma indulgencia y beneficios que si hubieran llegado a Santiago. Buscamos la Plaza Mayor, y allí entramos en un bar para comer. Menú del pergrino: 10 euros. Caldo de primero. Chuleta de buey de segundo. Postre: flan casero, natillas caseras. La verdad es que ambas cosas están muy ricas. Las dos del postre, digo. El resto, aceptable.

     En la comida reímos un montón. A la salida el dueño del bar nos pregunta: ¿Y ustedes qué están haciendo por aquí?. Caminando. Haciendo el Camino. Contestamos. Y él añade: sí, pero vienen en autobús para caminar solo un día, ¿no?. Es que se nota bien que su cara y su forma de moverse y de comportarse es muy diferente de las de los peregrinos.

     Habrá que aceptarlo: somos todavía caminantes. Todavía nos falta algo para convertirnos en peregrinos.

     Salimos de Villafranca. Llegamos al lugar donde el Camino presenta dos alternativas: Por la montaña, con una buena subida y una dificil bajada, es decir, con cuestas pindias... Y la otra alternativa, por el arcén de la carretera, llaneando. La mayoría escogemos esta última. Algunos valientes se atreven con la primera.

     Ha parado de llover. El asfalto resulta bastante monótono. Tras cuatro kilómetros y pico de arcén, nos desviamos a la derecha y llegamos al pueblo del Pereje. Aquí el camino se vuelve de nuevo hermoso. Pero la belleza nos dura poco. Pronto volvemos al duro arcén. Es momento de mirar de nuevo hacia adentro y recordar que esta primera etapa debe ser así: tiempo de purificación.

      Un poco más adelante volvemos a salir del arcén y nos desvíamos de nuevo a la derecha. Una carretera sin coches nos introduce en medio de un bosque donde abundan los castaños. También hay robles. Y a la vera del río Valcarce chopos. Vuelven a oirse los pájaros, el agua y el silendio. Suena de nuevo la música de la naturaleza. Y así, en medio de esta sinfonía de los sentidos, llegamos a Trabadelo, fin de nuestra etapa de hoy.

      Tenemos tiempo de recorrer el pueblo. Nos paramos un buen rato junto a la Iglesia. Charlamos con unos cuantos gatos. Encontramos un peregrino francés que busca donde dormir. El albergue está cerrado. El otro albergue que había también cerró hace tiempo. Es un señor un poco mayor. No habla castellano. Lleva una enorme mochila. Se está haciendo de noche. Le acompañamos a un hostal. Pregunta. Le dicen que por una habitación le cobran 21 euros. Le parece caro y se va. Dice que lleva saco y que se apañará para dormir en cualquier sitio. Es cierto que ha parado de llover... pero la noche se anuncia fría y oscura. La verdad es que estamos en enero, a las puertas de Galicia, y no parece una buena noche para dormir "en cualquier sitio". La vida es complicada, a veces.

    Nos da tiempo de tomar algo mientras va anocheciendo. A las 19:30 los autobuses inician el viaje de vuelta hacia Ourense.

     Y así termina un día tranquilo y relajado. Un primer contacto con una nueva forma de hacer el Camino. Un día bonito. Alegre a pesar de la lluvia.

     En el bus cierro los ojos y duermo. Sueño. Un angel me pregunta: ¿Juan, qué haces aquí?. Estoy haciendo de nuevo el Camino, le digo. Y él me insiste: Hoy has caminado, has sido bueno y agradable con tus compañeros, te lo has pasado bien, has notado en tu interior el olor y el color de Viaauria, has tenido un buen día, ha sido una bonita andaina. Pero no te olvides de que el Camino es otra cosa: necesita soledad, sacrificio, tiempo para la reflexión... Poco a poco tienes que ir construyendo en tu interior esa transformación profunda, pasando de caminante a peregrino... Sabes muy bien que las sensaciones del peregrino son muy diferentes a las del caminante. Si de verdad quieres hacer el Camino necesitas soledad, silencio, sacrificio y conversión... Y también la alegría del encuentro con la verdad de tu ser esencial, con la belleza de la naturaleza y con el corazón de otras personas compartiendo trozos de alma en sincera conversación...

     Al cabo de un rato me despierto. Estamos pasando al lado de Monforte. En la tele del bus ponen un documental sobre el cambio climático. Es de noche, muy de noche. Sonrío en silencio. Me acuerdo del ángel, y pienso: en cualquier caso, sea caminante o peregrino, lo cierto es que me siento bien. Pero también es verdad que en la próxima etapa me gustaría volver a sentir en mi sangre el calor de las sensaciones propias del peregrino. Y estoy convencido de que así será, pues la subida al Cebreiro es siempre intensa e inolvidable...

     Con todo el cariño del mundo, escribo esto para todos vosotros, mis compañeros de Viaauria, deseándoos a todos que en algún momento de este Camino, que hoy hemos iniciado y que vamos a compartir, sintais en lo más profundo de vuestro ser las auténticas sensaciones de los peregrinos... Esas sensaciones que tocan las raíces más profundas y que ayudan a crecer como personas...

     Yo, por mi parte, confieso que hoy he sentido y vivido la magia de Viaauria... pero que en las próximas etapas espero sentir también la magia del Camino...

(Juan, 16-01-2010)

 

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