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"... pero, en calquier caso, ¡el Camino de Santiago existe! y en él se encuentra la magia, el espíritu y la simiente de un mundo nuevo, más humano, mejor y diferente". (Juan)
Camino de Santiago. Vía
de la Plata. Camino Sanabrés. 2011. Juan Agosto de 2011 |
CAMIÑO DE SANTIAGO 2011: DE ZAMORA A XUNQUEIRA DE AMBIA
VIA DA PRATA, CAMIÑO SANABRÉS, CAMIÑO DE FONSECA
O, como dicen las placas de la fundación RAMOS DE CASTRO:
CAMINO DE SANTIAGO
CAMINO SANABRÉS DE LA VIA DE LA PLATA
RAIZ DE EUROPA - SENDA PARA LA PAZ
(Para nuestra amiga Dolores, que ya no está, pero que sí que está, ¡y estará siempre!, aunque yo no sepa explicar muy bien ni cómo ni donde)
6 de agosto de 2011: de Zamora a Montamarta (18 km aproximadamente)
"El valor del Camino y de la vida no está en lo que andas, en lo que descubres o en lo que se te da. El valor del Camino está en el amor que en tu andadura ofreces"
"The Vía de la Plata is very hard. However, the friends one meets, the meals shared, the wine that is poured and the laughter that rings makes it all worthwhile"
"El Camino es algo totalmente personal"
O Carballiño. Son las 10:30. Llueve mansamente. "Orballa". El día está encapotado, triste y gris.
En la estación la gente espera la llegada del tren. Pacientemente. Y mientras esperan conversan. "Mira qué tempo". "Se polo menos chovera de verdade... Porque esto molla e non vale para nada" "Este tempo acaba con nós".
Unos vecinos me piden que les haga una foto. Les hago tres. La última les gusta mucho: "Esta va para el facebook", dicen. Empiezo a ser feliz. Me gusta mucho hacer fotos.
Es sábado. El Talgo llega puntualmente a las 10:52. Ignacio y yo cogemos nuestra mochilas y subimos al tren. Un año más volvemos al Camino de Santiago. Esta vez nos falta Francisco, nuestro amigo de Tenerife, que no ha podido venir.
En el tren hace un frio del diablo. La gente se queja. Está demasiado fuerte el aire acondicionado. A las 14:26 llegamos a la estación de Zamora. Nos bajamos del tren y empezamos a caminar en dirección al albergue. Me voy fijando en los nombres de las calles, pues algunos son muy curiosos: Calle Amargura, Calle de la Pulga, Calle del Motín de la Trucha...
En el albergue nos reciben los hospitaleros: un matrimonio estadounidense. Nos sellan la credencial. Nos ofrecen una cama pero le decimos que no sabemos si nos quedaremos... Que acabamos de llegar en tren y que tenemos mono de caminar... Un peregrino que está allí y que lleva un pie muy hinchado nos dice: "el mono se os pasa en una mañana".
Al lado del albergue hay un miliario colocado por la fundación Ramos de Castro en el que se puede leer la siguiente frase:
"EL VALOR DEL CAMINO Y DE LA VIDA NO ESTÁ EN LO QUE ANDAS, EN LO QUE DESCUBRES O EN LO QUE SE TE DA. EL VALOR DEL CAMINO ESTÁ EN EL AMOR QUE EN TU ANDADURA OFRECES".
Y, hojeando el libro del albergue, me llama la atención esta frase: "A perfect resting place!. The Vía de la Plata is very hard. However, the friends one meets, the meals shared, the wine that is poured and the laughter that rings makes it all worthwhile. Walk a Camino and meet the world". (Roy - USA)
Más
o menos podríamos traducirlo así: "Un lugar ideal para
el descanso!. La Vía de la Plata es muy difícil. Sin embargo,
los amigos que uno se encuentra, la comida compartida, el vino que se derrama
y la risa que suena... hacen que todo valga la pena. Andar un Camino y conocer
el mundo". (Roy - EE.UU.)
En el libro del albergue encuentro también otra frase que me resulta misteriosa y evocadora: "Bienvenidos al Camino de la Luz" (Clemente, tel. 6787876). No es habitual que los peregrinos dejen escrito su número de teléfono en los libros de los albergues. Y además este número es muy raro pues tiene solo 7 cifras, es capicúa, y la suma de sus cifras da 49 que es siete veces siete. Me imagino que es una broma, o al menos una errata... Pero me invade una curiosidad irresistible... y, sin pensarlo más, le envío al extraño número un sms: "Buen Camino", le escribo
Al cabo de un rato recibo también por sms una respuesta: "He llegado a Granja de la Moreruela en mi primer día de peregrinaje. He caminado solo toda la mañana. Tengo la planta del pie derecho muy dolorida. El sol me ha secado parte del cerebro. La soledad me ha llenado los huesos de fantasmas viejos. He visto dentro de mi un montón de telarañas. El Camino de la Luz empieza con dolor, soledad y tinieblas... De todos modos, no te dejes influenciar por estos comentarios, amigo peregrino, quien quiera que seas... pues mi Camino no es tu Camino. El Camino es algo totalmente personal. Buen Camino. Firmado: Clemente".
El mensaje viene firmado por el tal Clemente. Y como remitente me aparece el extraño número de siete cifras. Y lo curioso es que a pesar de su extrañeza el mensaje no me produce una sensación de temor ni de desasosiego, sino una sensación de paz. Me resulta algo realmente curioso.
Dejamos las mochilas en el albergue y nos vamos a comer. Durante la comida hablamos y decidimos empezar a caminar ya mismo. A las cinco de la tarde salimos del albergue con nuestras mochilas a la espalda. Está nublado, pero no llueve. Hace un poco de viento lateral. A las seis y media llegamos a Roales del Pan. Con mucha sed. En una tienda compramos acuarius de limón de litro y una botella de litro y medio de agua. Saben a gloria.
Hemos andado ya unos 6,6 km. Y nos faltan 11,8 más para llegar a Montamarta.
Seguimos caminando. Largas rectas. Caminos sembrados de pequeñas piedras que incordian bastante las plantas de los pies. Llanura. No hay sombras. El paisaje se vuelve monótono.
Vemos a lo lejos las primeras casas de Montamarta. Cuando vemos una gasolinera, haciendo caso de la guia, nos dirigimos hacia ella, saltándonos una flecha que nos enviaría en la dirección contraria. Un poco de arcen tras la gasolinera nos lleva ya al albergue. ¿Seremos los únicos o habrá alguien más?
Nada más entrar vemos ropa tendida. No somos los únicos. De pronto nos saludan efusivamente dos chicos. "Somos los de las mochilas pequeñas", dice uno. ¡Qué casualidad!. Son Manuel y Jose. Habíamos coincidido con ellos el pasado año en la etapa que terminaba en Salamanca. Es una gran alegría encontrar gente conocida. Es la primera sorpresa que nos regala el Camino.
Luego nos vamos a cenar los cuatro juntos a un bar cercano. La cena está rica.
El albergue cuesta 4 euros. Tiene 20 camas en 10 literas móbiles, que bailan que da gusto. Alguien podría apretarles los tornillos. Todas están llenas. Pero se respira un buen clima. Hay buenas vibraciones. Entre los peregrinos hay una señora alemana que va con su hijo. En algún momento los volveremos a ver.
Sólo se echa de menos una buena fregona. Los baños son un enorme charco por el que resulta desagradable nadar. El que diseñó los baños no acertó. La ducha está alta, la cortina no impide que el agua salpique para fuera, y el suelo tiene su caida hacia un lugar donde no hay ningún desagüe. A este albergue le podemos llamar "el encharcado".
Por la mañana, a las 6, la gente empieza a despertarse. Al fondo del albergue, contra la pared, se ve dibujada una bonita silueta de mujer. Es una peregrina italiana que se está levantando con una linterna encendida. Sonrío. Me parece una imagen preciosa. Otra sorpresa del Camino. Una bonita forma de empezar el día.
Para Manuel esta es la primera vez que duerme en un albergue. Por la mañana lo veo sentado en el suelo, con la espalda apoyada en la pared. Le pregunto: "¿Has dormido algo? ¿Qué tal la experiencia?". Y el responde: "Religiosa". Su respuesta me parece genial.
7 de agosto de 2011: de Montamarta a Granja de la Moreruela (21,5 km aproximadamente)
"Y me huele a mi que la belleza, la poesía, la música, la luz que desprende una mirada, el amor y el pensamiento tienen un componente espiritural que va mucho más allá de las puras reacciones físico-químicas"....
"Siento la energía viva presente en los lugares mágicos".
Salimos del albergue poco después de amanecer y desayunamos en un restaurante-discobar situado al lado de la carretera. Mientras desayuno le envío un sms a Clemente: "Espero que el dolor de tu pie derecho no vaya a más, que tu soledad te sea llevadera en el día de hoy, y que tengas una convivencia pacífica con tus viejos fantasmas. Buen día y buen Camino". Me quedo un rato mirando a mi móbil, pero no recibo ninguna respuesta. Apago el móbil y lo guardo en la mochila. Empezamos a caminar.
Al salir del pueblo vemos a nuestra izquierda la ermita de la Virgen del Castillo.
Me quedo un rato haciéndole fotos a la ermita, y en cuanto vuelvo al Camino me encuentro con un peregrino. Nos ponemos a conversar. Se llama Pedro. Ha hecho el Camino Francés hace más de diez años, con su mujer y con una amiga sevillana. Le quedaron ganas de volver. Ahora se ha encontrado con unos pocos días libres. Ha cogido sus botas y su mochila y a andar. Le gusta conversar, contar historias, leer y escribir.
Trae un libro escrito por Unamuno hace cien años: Recuerdos de la Granja de la Moreruela. El libro empieza diciendo: “No lejos de Benavente, en la Granja de Moreruela, provincia de Zamora, resisten a acabar de caer las espléndidas ruinas del primer monasterio de cistercienses de España. Allá me fui el último Domingo de Resurrección, y allí recordé una vez más el virgiliano etiam ruinae periere: ¡hasta las ruinas perecieron! ¡Qué majestad la de aquella columnata de la girola que se abre hoy al sol, al viento y a las lluvias! ¡Qué encanto el de aquel ábside! ¡Y qué intensa melancolía la de aquella nave tupida hoy de escombros sobre que brota la verde maleza! Y todo ello se alza, añorando siglos que fueron, y quién sabe si siglos por venir, en un valle de sosiego, y de olvido el mundo”.
Pedro es profesor de Lengua y Literatura y se ha traído este libro por dos razones: porque pesa poco y porque quiere empezar a leerlo cuando llegue a la Granja de la Moreruela, justo en el lugar donde empezó a escribirlo Unamuno hace ahora cien años.
Pedro sabe muchas cosas del Camino. Y se las cuenta de un modo divertido a sus alumnos, despertando en ellos la curisidad. De hecho varios de sus alumnos han acabado haciendo también el Camino de Santiago.
Conversando con Pedro van pasando los minutos y los kilómetros. Cuando llegamos al embalse del Esla el nivel de las aguas está muy alto, y por eso tenemos que dar un importante rodeo para pasar al otro lado. Cuando estamos bordeando la cola del embalse nos ataca un enorme ejército de mosquitos. Nos defendemos a gorrazos y manotazos y caminamos lo más rápido que podemos para huir del territorio del enemigo... Poco después llegamos a las ruinas de Castrotorafe. Allí Pedro quiere pararse con calma, para entrar en ellas y verlas de cerca. La verdad es que el lugar es hermoso.
Después de un buen rato de contemplación, volvemos al camino y a la conversación. Y nuestros pasos nos llevan hasta Fontanillas de Castro.
De este pueblo nos dice la placa de la fundación Ramos Castro: "En este pueblo y su entorno estuvo la primera sede de los caballeros de la orden de Santiago, cuyo vivir y dedicación permitió a los caminantes llegar a su destino y alcanzar sus ideales. Que tus pasos en la vida permitan también los ideales y caminos de los demás. La libertad de tu prójimo justifica tu libertad".
Paramos
un rato para descansar, en la plaza, sentados en un banco. Hablamos con un
vecino del pueblo. Al cabo de un rato nos dice que nos tiene que dejar, que
él es el sacristán y le es hora de ir a tocar a misa. "¿y
cómo se llama usted?", le pregunto. Me contesta: "Felipe...
¿Conocen ustedes aquella copla que dice:
Esta
noche no hay repique,
-que se ha muerto el sacristán-
que se llamaba Felipe?"...
Le decimos adiós definitivamente y seguimos caminando, bajo el sol, por una pista de tierra y piedras sueltas, hacia Riego del Camino. Muy pronto escuchamos el sonido de las campanas. Está Felipe en su trabajo...
Al llegar a Riego del Camino nos encontramos con Ignacio, que lleva mucho rato esperándonos. Tomamos algo en un bar. La señora que lo regenta intenta convencernos de que no vayamos a la Granja de la Moreruela, sino que nos vayamos directamente a Tábara cogiendo un atajo... Pero no nos dejamos convencer: hace mucho calor, es casi mediodía, y no es un buen momento para aventurarse en seguir atajos no señalizados en medio de una pelada llanura seca, sin agua y sin sombras...
Ignacio y yo tomamos pronto el Camino en dirección hacia la Granja de la Moreruela. Pedro se queda un rato descansando. Una pista con más tierra y menos piedras que las anteriores nos conduce hasta nuestro destino.
En el albergue de Granja de la Moreruela nos juntamos con Manuel y Jose, con dos peregrinos zamoranos, con otro de Málaga... El albergue es pequeño. Tiene solo diez camas en cinco literas. Quedan tres libres. Intentamos coger una para guardársela para Pedro. Pero llegan tres ciclistas y el chiquillo que atiende el albergue les ajudica las tres camas que quedan libres. Cuando llega Pedro, pasadas las cinco de la tarde, muerto de cansancio y de calor... se encuentra con que ya no tiene sitio... El chiquillo le ofrece la posibilidad de dormir en un almacén contigüo al albergue. Pero Pedro está demasiado cansado... Entre todos empezamos a buscar soluciones. Tras varias llamadas infructuosas... al final acabamos encontrándole plaza en el hostal Oviedo, que está a tres kilómetros.
Tras un buen rato de conversación, cuando se despiertan los últimos peregrinos que estaban durmiendo la siesta, decidimos ir a visitar el Monasterio de Santa María de la Moreruela. O lo que queda de él: sus hermosas ruinas... Y digo hermosas sin dudarlo. Es curioso que muchas veces me gustan y me impactan más las ruinas de un monumento de lo que lo haría el monumento mismo si llegaran a restaurarlo...
Mientras paseamos por las ruinas cerramos los ojos intentando imaginar como sería el claustro, la Iglesia, las celdas... Luego salimos a fuera para ver la parte exterior del ábside de la iglesia, que es la parte mejor conservada... Su belleza me emociona. Siento la energía viva presente en los lugares mágicos. Cuando hago la primera foto veo en ella una gran cantidad de seres de luz. Se los enseño a mis compañeros. Y les cuento la historia que sobre ellos me contó un peregrino hace unos años... Una historia que yo ni me creo ni me dejo de creer... entre otras cosas porque, como dice mi amigo Bieito Ledo: "hay muchas cosas que nunca existieron y que pueden ser verdad"... Puede ser que sean meros efectos ópticos o reflejos despistados de alguna luz ... No lo sé. Pero lo que sí es cierto es que estos círculos luminosos a mi siempre me han aparecido en fotos tomadas en lugares o en momentos llenos de magia...
Mi buena amiga Leonor me diría que eso que cuento de los seres de luz son bobadas, que lo único que existe es la materia y la energía, que la alegría y la tristeza son simplemente el efecto de determinadas relaciones físico-químicas, de los neurotransmisores, de la serotonina y de otras sustancias que se segregan en nuestro cerebro...(etc, etc)
Admito que puede ser que muchas de las cosas que yo pienso y cuento sean pura ficción... Pero me da la impresión de que en cualquier caso en el universo donde nos ha tocado vivir hay muchísimas cosas que no conocemos... Almas, espíritus, o seres que están en una dimensión que la ciencia no alcanza a explicar... Y me huele a mi que la belleza, la poesía, la música, la luz que desprende una mirada, el amor y el pensamiento tienen un componente espiritural que va mucho más allá de las puras reacciones físico-químicas...
Tras disfrutar un largo rato de la contemplación de las maravillosas ruinas del monasterio de Santa María de Moreruela, volvemos al pueblo y al albergue...
Allí nos encontramos a José Luis, un peregrino de Jaen que acaba de llegar y que empieza aquí su Camino. Le ofrecen dormir en el almacén y acepta encantado. Viene dispuesto a "lo que sea".
Nos juntamos todos y nos disponemos para cenar. Sentados a la mesa, ante unas viandas sencillas y baratas, pero ricas, con nuestra ropa llena de polvo y sudor, estamos nueve peregrinos: dos maestros, dos auditores de cuentas, un notario, un geógrafo, dos gestores y un profesor de lengua y literatura... Este es el perfil profesional de los peregrinos de a pie que en esta noche de agosto coincidimos, reunidos por la pura casualidad, en este albergue de La Granja de la Moreruela. Quizás a alguien que conozca el Camino solo de oídas le pueda resultar sorprendente este perfil de los peregrinos que voluntariamente pasan horas y horas de calor, sed y cansancio por los polvorientos caminos de la Vía de la Plata...
La cena resulta muy amena y divertida. Huele a buen rollo...
Antes
de irme a la cama miro el móbil y leo con calma el mensaje que me ha
enviado Clemente:
"He llegado a Tábara. He caminado
solo, pero he descubierto que en todo momento me acompaña mi sombra.
Creo que nos estamos haciendo amigos. Dentro de mi estoy empezando a quitar
algunos fantasmas y a limpiar algunas telarañas.
En el albergue me he encontrado con un peregrino
ruso que viene a caballo. Su caballo es bonito y muy bueno. Él es silencioso.
Creo que no habla ni palabra de castellano ni de inglés. Solo he podido
comunicarme con él por medio de gestos. Aún así hemos
compartido la cena juntos en la cocina del albergue.
En la planta del pie derecho me ha salido ya
la primera ampolla. El peregrino ruso me la ha visto y me ha hecho las curas.
El sol
y la soledad me siguen lastimando. No entiendo como puede haber tantas tinieblas
a pesar del sol que hace".
8 de agosto de 2011: de Granja de la Moreruela a Tábara (25,3 km aproximadamente)
¡Qué pena que tantas veces las bifurcaciones del camino separen y alejen las almas amigas!
"Caminante, no importa cómo sea la senda, lo importante es el ideal que guía la andadura. El ideal hace el camino"
Después
de desayunar y antes de empezar a andar le escribo un sms a Clemente:
"Buen día, Clemente. Espero que
la compañía de tu sombra te sea grata en el día de hoy,
y que escuchándola te vayas encontrando contigo mismo, y que esa conversación
te sirva para seguir limpiando telarañas y espantando fantasmas interiores.
Creo que el dolor de la ampolla puede ayudarte a tomar conciencia de la existencia
de tu pie derecho y a quererlo más que antes. Aprende a amar tu soledad
y a convertir en caricia los manotazos del sol. Y espero que un día
de estos encuentres una luz que disipe esas tinieblas que ocultan tus sueños.
Buen Camino"
Tras enviar el sms apago el móbil. Empezamos a andar. Una placa de la fundación Ramos Castro, colocada al lado de la Iglesia de Granja de la Moreruela, reza: "Aquí se bifurca el Camino y se engrandece la historia: la de la Vía de la Plata con el Camino Sanabrés que aquí nace"
En efecto, en Granja de la Moreruela el Camino se bifurca y los peregrinos tienen que elegir: unos seguirán la Vía de la Plata, hacia Astorga, donde se unirán al Camino Francés para continuar hacia Santiago; y los otros caminarán hacia el Oeste, por el Camino Sanabrés, para entrar luego en Galicia por Ourense, saboreando la belleza del paisaje, el silencio y la soledad hasta el final del Camino, entrando en Santiago desde el Sur, sin mezclarse en ningún momento con las multitudes del Camino Francés...
Aquí llegan ya las primeras despedidas... Aquí el grupo se parte en dos: Pedro, los dos zamoranos y el malagueño siguen hacia Astorga... José Luis, Manuel, Jose, Ignacio y yo tomamos el Camino Sanabrés... Hace pocas horas que nos hemos conocido, pero ya nos hemos cogido cariño, y nos resulta duro despedirnos... ¡Qué pena que tantas veces las bifurcaciones del camino separen y alejen las almas amigas!
Ignacio y yo nos despedimos con dolor de los amigos que van en dirección a Astorga y seguimos nuestro Camino hacia Sanabría. Aquí, como en la vida, cada uno tiene que seguir su propio Camino. Nunca sabremos qué hubiera sucedido si hubiéramos escogido la otra senda. Pero la vida es así.
Caminamos un buen tramo por terreno llano, por una pista de concentración parcelaria durante algo más de un kilómetro. Al pasar un monolito de piedra las señales nos envían de frente, pero nuestra guía dice que es mejor girar a la derecha y tomar una pista en ligero ascenso, para luego seguirla de frente durante unos tres kilómetros. Según nuestra guía se trata de un desvío pendiente de señalizar. Dudamos. ¿Hacemos caso de las señales o hacemos caso de los consejos de la guía? Ante la duda lo que procede es parase un momento, dialogar, e incluso, si se puede, pedir consejo a alguien... Lo que sucede es que en la vida y en el camino muchas veces tenemos encrucijadas mal señalizadas que nos producen dudas en un momento en que no tenemos a quien pedir consejo...
En este caso, mientras estamos hablando, aparece una pareja de caminantes. Les preguntamos y nos dicen que los dos caminos conducen al mismo sitio, pero que el la derecha que nos aconseja nuestra guía es más corto. Este es el que tomamos. Y después de andar un buen rato sin señales... por fin llegamos al lugar donde se une con el otro camino y empezamos a ver de nuevo nuestras muy queridas flechas amarillas...
Ligueras subidas y bajadas, a través de paisajes más hermosos que los de días anteriores, nos llevan hasta el río Esla, que cruzamos por el Puente de Quintos. Justo al final del puente tenemos que elegir de nuevo: hacia la derecha, por la carretera, o hacia la izquierda, por una senda estrecha y pedregosa, bonita pero enrevesada, no apta para ciclistas. Esta es la que escogemos. Bajamos, andamos al lado del río, disfrutando de la belleza del paisaje, subimos una empinada cuesta que bien podría ser la muralla de un castro, pasamos al lado de un grupo de personas que estan realizando una excavación arqueológica... y caminamos por varias pistas de concentración parcelaria que nos llevan hasta el pueblo de Faramontaos de Tábara. Aquí, una placa de la funcación Ramos de Castro, nos dice: "Este pueblo es testimonio de gentes valerosas que, movidas por un ideal, dejaron la seguridad de vida y haciendas allá en los montes y repoblaron estas tierras, y asentando su modo de hacer y de creer, cimentaron España. Caminante, no importa cómo sea la senda, lo importante es el ideal que guía la andadura. El ideal hace el camino".
Supongo que Faramontaos es una población fundada por gentes que durante la reconquista bajaron del norte peninsular para repoblar estas tierras.
Cruzamos Faramontaos sin detenernos y seguimos caminando hasta que llegamos por fin a Tábara, meta de nuestra etapa de hoy. Nos recibe la mejestuosa torre de la Iglesia románica de Santa María, construida al parecer sobre los restos de un antiguo monasterio mozárabe. Una placa de la Fundación Ramos de Castro, colocada al lado de la iglesia, nos dice: "En Tábara la paz es la historia. El monasterio visigótico, la encomienda templaria, y las reivindicaciones del pueblo a la nobleza, buscaron la paz a través de la fe, el trabajo o la justicia. Y el monasterio Mozárabe de San Froilán, en el siglo IX, que aquí hubo, la paz dio a todos y a la humanidad los beatos. Caminante, que encuentres la paz en la andadura y sea tu vida la huella".
Entramos en Tábara y en medio de una plaza vemos una estátua de León Felipe, poeta de la generación del 27 nacido en esta localidad. Al verlo me acuerdo de unos versos de León Felipe que aprendí en mi infancia y que todavía me sé de memoria y que dicen así:
"Nadie fue ayer,
ni va hoy,
ni irá mañana
hacia Dios
por este mismo camino
que yo voy.
Para cada hombre guarda
un rayo nuevo de luz el sol...
y un camino virgen
Dios"
Cruzamos Tábara y subimos hasta el albergue, que está en la parte alta del pueblo. Lavamos y tendemos la ropa, nos duchamos, y acto seguido bajamos al pueblo para comer.
Somos cinco peregrinos: Manuel, Jose, José Luis, Ignacio y yo. Bajo el sol duro de agosto, Tábara me huele a silencio y soledad.
Por la tarde vamos a misa. El sacerdote, que hace poco hizo el Camino de Santiago desde Astorga, nos acoge con cariño, nos sella la credencial, y nos abre solo para nosotros la iglesia de Santa María, cuyo interior está convertido en museo. Sonrío con ganas cuando leo en un cartel la siguiente frase:
"¡Qué cansado es esto de escribir! Se te nubla la vista, los riñones se te hacen polvo, y acabas con todos los miembros entumecidos". (Monje del siglo VIII)
El albergue de Tábara es cómodo y acogedor. Tiene una cocina amplia donde cenamos los mismos cinco que hemos comido juntos al medio día y dos ciclistas que empiezan aquí su Camino. Los dos ciclistas se llaman José y María. Son de Granada. Joviales. Alegres. María es como una luz suave y cálida que ilumina el albergue.
Esta noche, durante la cena, llamamos por teléfono a Francisco, y le decimos que le estamos hechando mucho de menos. Como anécdota le contamos que esta noche, en Tábara, hemos formado un grupo de siete. Todos los años Francisco nos insistía en que 7 es un número lleno de magia y de significado, y que en el Camino lo ideal es llegar a formar un grupo de siete peregrinos.
Antes
de acostarme miro mi móbil para leer el mensaje de Clemente: "He
llegado a Santa Marta de Tera. Sigo andando en compañía de mi
sombra. Hoy me he fijado que por la mañana es alta y va delante mía,
al mediodía se vuelve pequeña y camina a mi lado, y por la tarde
vuelve a crecer y me acompaña detrás, en silencio.
Creo que estoy aprendiendo a convivir con mis
fantasmas. Ellos forman también parte de mi. Son trozos escondidos
de mi yo. Hoy he hablado con ellos y les he pedido que me ayuden a limpiar
mis telarañas interiores. Ellos han soltado una gran carcajada. Se
han reído. Pero no me han ayudado.
El peregrino ruso y su caballo se han ido tempranito,
y no los he vuelto a ver. Pero el peregrino, antes de irse me ha curado las
ampollas. Y el caballo me ha dado un beso en el pié. Me ha dado mucha
pena despedirme de ellos. Les había cogido mucho cariño. Nunca
pensé que pudiera resultarme tan doloroso despedirme de seres que he
conocido solo durante unas horas.
Hoy,
en el albergue de Santa Marta de Tera estoy solo. Me he hecho yo mismo la
cura de mis ampollas. La de la planta del pie derecho me sigue doliendo mucho.
Y ahora me ha salido otra en la punta del dedo que está al lado del
meñique, también en el pié derecho. Pero esta la he pinchado,
la he vaciado, y casi no me duele.
El calor del sol me sigue lastimando. Sigo sin ver la luz. Pero ya estoy aprendiendo a convivir con las tinieblas".
Al terminar de leer el sms de Clemente decido contestarle brevemente: "Te felicito por haber descubierto la compañía de tu sombra y por estar aprendiendo a convivir con tus fantasmas. Que las ampollas no te duelan mucho y que la soledad y las tinieblas te sean llevaderas. Felices sueños y buen camino mañana".
Duermo bien. Y por la mañana me levanto con los pies perfectos. Los días anteriores tenía doloridas las plantas de los pies, pero ahora ya no me duelen. Se nota que el viks vaporub con el que los unto todas las mañanas antes de empezar a andar está siendo eficaz. Ni ampollas, ni tendinitis, ni agujetas, ni dolores de rodillas... ¡Es increible! Recuerdo que hace diez años, cuando fui por primera vez al Camino, ya tuve ampollas y agujetas desde el primer día... Y el sufrimiento y el dolor físicos me acompañaron en todos mis pasos hasta el último día... Pero ahora no. Ahora mis pies, mis piernas, y todo cuerpo están habituados a caminar...
9 de agosto de 2011: de Tábara a Santa Marta de Tera (24,5 km aproximadamente)
"...cuando estoy en el Camino tengo la sensación de vivir continuamente en presente, sin darle vueltas al pasado ni al futuro, disfrutanto intensamente del momento en que me encuentro"
Camino solo durante gran parte del trayecto. Un cielo azul, inmenso, cubre y protege mi soledad. El silencio es absoluto. Hace un calor muy soportable. Un aire suave acaricia mi rostro. Huele a felicidad.
En un punto el camino me plantea dos alternativas: una que va por Villanueva de las Peras, que es la que indican las señales, y otra que va por Bercianos de Valverde, que es la que me recomienda la guía que llevo. Escojo esta última. Al llegar a Bercianos me encuentro a José Luis, que está hablando con su padre, que ha venido hasta aquí en coche para saludarlo. Me lo presenta. Conversamos un momento. Nos informa de que en este pueblo no hay bar ni tienda ni nada que se le parezca.... Vaya!. Esperaba encontrar aquí un bar. Pero no lo hay. Toca seguir. Nos ponemos en marcha. Es posible que hoy pase hambre y sed. Pero de momento estoy disfrutando del silencio, de la soledad y de la sombra. Y en mi cabeza le voy dando vueltas a una frase que acabo de leer en una placa en Bercianos de Valverde:
"Volvemos al Camino porque se percibe en él algo tan intangible a veces, que no sabes contar. Hay mucha gente que no se entera de nada, pero mucha gente sí. Deslumbra comprobar que todos parecemos descubir la misma realidad, aunque cada uno la exprese con distintos, y a veces contrarios, nombres".
Y me pregunto ¿por qué vuelvo yo año tras año al Camino? Y me resulta dificil formular en palabras una respuesta. Porque me sienta bien. Porque me da fuerzas y energías para el resto del año. Porque me ayuda a conocerme mejor. Porque me sirve para pensar y para reflexionar sobre mi vida. Porque me gusta mucho la sensación de libertad interior que percibo durante mis días de peregrinación. Porque tengo tiempo para pensar en todas las personas a las que quiero y para ofrecer por ellas mi camino. Porque me gustan el silencio y la soledad, convinados con momentos de conversación, sonrisas y miradas... Porque el caminar segrega serotonina y me hace sentir feliz... Porque cuando estoy en el Camino tengo la sensación de vivir continuamente en presente, sin darle vueltas al pasado ni al futuro, disfrutanto intensamente del momento en que me encuentro. Porque me gusta la vida sencilla, desprovista de lujos y comodidades... Por estas y por otras mil razones que no sé como expresar... Pero la realidad es que el Camino me tiene enganchado...
Con estos pensamientos llego a Santa Croya de Tera, un pueblo que hay que atravesar de punta a punta y que en un mediodía de agosto se hace tremendamente largo. Al final, a la derecha, está el albergue privado CASA ANITA. Allí tomo un acuarius de limón mientras espero a Ignacio, para ver si nos quedamos en este albergue o si vamos al siguiente que está muy cerca, en Santa Marta de Tera, justo al pasar el puente. A Ignacio no lo he visto en todo el día. Él iba delante, cogió la alternativa de Villanueva de las Peras, y se paró allí en un bar.
Cuando llega Ignacio decidimos seguir hasta el albergue de Santa Marta de Tera. Llegamos en un momento. José Luis, Manuel y Jose ya han llegado antes. Comemos en un bar que hay enfrente. Plato combinado de huevos fritos, con lomo y patatas fritas. Está rico. En la comida nos acompaña el padre de José Luis.
Por la tarde la hospitalera, que se llama Celestina, nos enseña y nos explica la maravillosa iglesia románica de Santa Marta de Tera. Pone esmero, cariño, amor y pasión en su explicación. Y por eso la visita resulta muy amena. Al final le pido que me escriba alguna frase relativa al Camino en mi libreta de notas, y ella me pone esta:
"Hoy has estado en Santa Marta de Tera (9/8/2011) donde se encuentra la escultura más antigua de Santiago peregrino; espero que no lo olvides nunca y que él te de fuerza para llegar a tu destino y te acompañe toda tu vida, sobre todo en los momentos más duros y difíciles. Te lo desea Celes, guía de esta hermosa Iglesia. ¡Buen Camino!"
La frase me gusta y demuestra que Celes lleva dentro el espíritu del Camino. Paso un buen rato contemplando la escultura de Santiago Peregrino que hay en la fachada sur de la iglesia. Tiene un algo, un no sé qué, que me cautiva. El rostro, la mano, la vieira, el bordón, la mirada hacia el cielo... Sobriedad, magia, misterio. Es como si la piedra tuviera alma, un alma bella llena de suavidad y de ternura. Esta imagen aparece en muchas de las credenciales, y se ha convertido en icono y símbolo del Camino Sanabrés.
Al
lado de la iglesia, una placa
de la fundación Ramos de Castro dice:
"Santa Marta de Tera, desde los albores
de Europa, con el monasterio mozárabe y la colegiata románica,
ha acogido a peregrinos y reyes que, movidos por la fe, buscaban sanar el
cuerpo y aliviar el alma.
Caminante, descansa aquí la cruz de tu
andadura y, avivada la fe, sigue en paz a tu destino".
El albergue de Santa Marta de Tábara es provisional (están haciendo otro nuevo), sencillo y humilde, pero muy práctico. Tiene unos baños maravillosos, diseñados y construidos de modo que no se encharcan. Lavadora. Camas en el suelo (mucho mejores que las literas "bailaoras") ...
Estamos Manuel, Jose, José Luis, Ignacio y yo, y un ciclista. La tarde se pasa en un suspiro. Compramos comida en una tienda y cenamos al aire libre.
Antes de acostarme pienso un poco en cómo me fue el día. Por la mañana me sentí muy bien caminando. Tuve mi primer encuentro serio con la soledad. El cuerpo me está respondiendo muy bien. Especialmente los pies que no se quejan de nada.
Y
antes de meterme en la cama leo, como cada día, el sms de Clemente:
"Mi sombra, mis fantasmas y yo hemos pasado
un día muy entretenido. Hacía tiempo que no tenía conversaciones
tan profundas. Las telarañas se han esfumado como por arte de magia.
Mi casa interior empieza a estar limpia y ordenada.
Pero mi cuerpo está cada día más
tonto. Hoy me ha salido otra ampolla más, esta vez en el calcañar
del pie izquierdo. Aguja, hilo, betadine: he tenido que hacerme yo las curas,
porque mis fantasmas y mi sombra no han querido ayudarme.
He descubierto que la luz de la luna ilumina
las tinieblas y que su oscuridad no es tan intensa como en un principio me
parecía.
He llegado a Mombuey y estoy contendo. El albergue
estaba cerrado. No voy a ir a buscar a la persona que tiene la llave para
que me lo abra. Como hace muy buena noche he decidido que voy a dormir al
aire libre, en el atrio de la iglesia de los Templarios. Son mis fantasmas
los que me lo han pedido y no les voy a negar este pequeño capricho".
Una vez más le envío un breve sms como respuesta: "Gracias por tu mensaje, Clemente. Poco a poco estás entrando a formar parte de mi rutina diaria. Deseo que tu cuerpo se porte bien contigo y que las ampollas no te incordien demasiado. En cuanto a tu alma me da la impresión de que cada día la estás conociendo un poco más, y, por lo que cuentas, me da la impresión de que es hermosa. Que duermas bien y buen Camino".
10 de agosto de 2011: de Santa Marta de Tera a Mombuey (34 km aproximadamente)
"El
contacto con árboles centenarios me hace sentir unido a las raíces
más profundas de mi vida, al alma del mundo, al corazón del
universo, al Dios que está en todo y en todos..."
"Caminante, sentir la presencia en la ausencia es compañía.
La soledad es vacío con presencia. Que los valores alivien las soledades
de tu andadura"
"El que sabe vivir con sencillez es más libre "
Como siempre, nos despertamos con el alba, preparamos la mochila, desayunamos algo, y nos ponemos a andar siguiendo las señales del Camino. A nuestro lado vamos viendo como aparecen terrenos valdíos, huertas, choperas... Durante un buen rato percibimos a nuestra izquierda la presencia de las aguas del río Tera.
Mientras camino entre los chopos voy rumiando pensamientos: "Toda acción, para ser bella, necesita una motivación" "El camino de la amistad es el más hermoso"...
Veo a la vera del camino una encina centenaria. Creo que es el primer arbol centenario con el que me encuentro en el camino de este año. Me abrazo a ella, apoyo mi frente contra su tronco, cierro los ojos, y rezo lentamente, serenamente, intensamente, por todos mis seres queridos, por los muertos, por los vivos, por todos.
El contacto con árboles centenarios me hace sentir unido a las raíces más profundas de mi vida, al alma del mundo, al corazón del universo, al Dios que está en todo y en todos...
En ese momento pienso también en Dolores, nuestra amiga que se ha muerto este verano, joven y antes de tiempo... Y verbalizo en silencio mis más sinceros sentimientos: "Dolores, gracias por tu vida, por tu ejemplo, por tu amistad, por tu cariño y por tu filosofía".
Pasamos por Calzadilla de Tera y por Olleros de Tera. Conversamos con un señor al lado del Santuario de Nuestra Señora de Agavanzal. Encontramos una senda estrecha y a ratos llena de maleza, que nos gusta porque nos lleva a la sombra de árboles y arbustos. Llegamos a la presa de un embalse y la cruzamos y seguimos caminando por una carretera secundaria que va bordeando la orilla de las aguas. Vemos a dos señoras bañándose, y más adelante a un señor sentado a la sombra de un arbol, leyendo un libro. Dos corzas salen de entre la maleza y cruzan la carretera justo delante de nuestro ojos.
Un
poco más adelante nos encontramos con el pueblo de Villar de Farfón.
Un letrero colocado al borde de la carretera nos hace saber que "El Camno
entra en las tierras de Sanabria". Y una placa de la funcación
Ramos de Castro nos dice:
"Este pueblo es soledad acompañada.
Muchos vecinos volaron a otros cobijos. Todos dejaron el alma en cada cosa,
avivando recuerdos a los que quedan y emociones a los que llegan y son compañía.
Caminante, sentir la presencia en la ausencia
es compañía. La soledad es vacío con presencia. Que los
valores alivien las soledades de tu andadura".
En la última casa de Villar de Farfón nos encontramos con un grifo de agua bajo el cual hay una frase del evangelio de Juan: "Cualquiera que bebiera de esta agua, volverá a tener sed; más el que bebiere del agua que yo le daré, para siempre no tendrá sed" (Juan, 4,13)
Mientras estamos bebiendo del agua del grifo aparece el dueño de la casa. Nos invita a pasar. Y empezamos a conversar. Es extranjero. De Sudáfrica. Su mujer es alemana. Hace años hicieron el Camino y se volvieron a su país. Pero quedaron tocados por dentro. Un día vieron por internet que se vendía esta casa, sita a la vera del Camino. Y decidieron comprarla, dejarlo todo, y venirse a vivir aquí. La casa estaba totalmente en ruinas. Él no tenía ni idea de la profesión de albañil. Pero la fue aprendiendo poco a poco. Y con sus propias manos la fue reconstruyendo. Con amor y fe no hay nada imposible. Ahora la tiene muy bonita. E incluso tiene una dependencia destinada a albergue, con cuatro camas y con un baño precioso.
Claro que esta no es la primera aventura de su vida. Hace ya bastantes años su mujer y el hicieron un viaje en bicicleta desde sudáfrica hasta la India. Y luego, al llegar, se quedaron a vivir en la India durante diez años. El que sabe vivir con sencillez es más libre, porque tiene pocas ataduras y por eso le resulta más facil volar.
Cargamos las pilas con la energia de esta agradable e interesante conversación. Y seguimos caminando. Llegamos a Rionegero del Puente. Río. Puente. Piscina fluvial. Una plaza en la que hay un busto dedicado al fundador de Caracas, con una placa en la que se lee: "El capitán Diego de Losada, fundador de Caracas, nació en Rionegro en 1511. A su inmortal memoria dedican este recuerdo un grupo de venezolanos". Al lado de la plaza está el albergue. Tiene una pinta estupenda. Limpio, amplio, espacioso, nuevo... Y con una biblioteca llena de libros sobre el Camino. Es quizás la mejor biblioteca que he visto nunca en lo que a libros sobre el Camino se refiere.
Decidimos quedarnos a domir en este albergue, pues la guía nos dice que es mucho mejor que el de Mombuey. Es mediodía. Nos vamos a comer a un bar cercano. Manuel, Jose, José Luis, su padre -que también se llama José Luis-, Ignacio y yo. La comida está rica.
En el albergue están también la alemana y su hijo y un ciclista sevillano.
Despues de comer nos duchamos, lavamos la ropa, la tendemos, descansamos un rato... Yo salgo y hago unas cuantas fotos del Santuario de la Virgen de la Carballeda.
El albergue está atendido por la Cofradía de los Falifos, fundada antes del siglo XIV por los parrocos y alcaldes de las cuatro comarcas de Carballeda, Sanabria, Vidriales y Cabrera. La expresión "falifo" hace referencia a una prenda de vestir que el Cofrade legaba a la Cofradía para ser vendida en pública subasta para recaudar fondos para poder cumplir los fines de la asociación: dar culto a la Virgen y facilitar el paso de los peregrinos que se dirigen a Santiago. En un primer momento se dedicó a la construcción de puentes, y luego también a la de hospederías y hospitales.
Después de descansar un buen rato en el albergue, decidimos salir a caminar, sin mochilas, para hacer los nueve kilómetros y pico que separan Rionegro de Mombuey. Queremos adelantar estos kilómetros para que la etapa del día siguiente no se nos haga excesivamente larga. Es bonito y agradable caminar a última hora de la tarde.
Desde Mombuey volvemos en el coche de Jose hasta Rionegro. Cenamos y dormimos en el albergue. Al día siguiente salimos en coche hasta Mombuey y aquí empezamos a caminar.
Como
cada día, antes de meterme en la cama leo el sms de Clemente y le envío
mi respuesta. Él me dice:
"Anoche dormí muy bien en el atrio
de la Iglesia Templaria. Hoy he llegado a Puebla de Sanabria. Es un pueblo
grande e importante. Su bullicio ha espantado mis fantasmas. El sol ya se
ha escondido tras las montañas de occidente y su marcha ha borrado
mi sombra. Con la sombra borrada y los fantasmas escondidos, por un momento
tuve la sensación de haberme quedado solo. Pero esta sensación
me duró apenas un instante, pues al poco tiempo me he dado cuenta de
que el albergue está lleno de peregrinos. Hay ciclistas y caminantes.
Unos cuantos han decidido preparar una cena colectiva y me han invitado a
sentarme con ellos. Después de tantos días de soledad me cuesta
adaptarme a tanto ruido. Tengo la impresión de estar un poco desubicado.
Mis ampollas siguen su curso. Las de la planta
y el dedo del pie derecho están casi curadas. Pero la del calcañar
del pie izquierdo tiene mala pinta. Además ahora me ha salido otra
en la planta del pie izquierdo. Un peregrino me ha recomendado que vaya al
centro de salud a que me las miren. Pero como no he querido ir, otra peregrina,
que dice que es enfermera, me ha hecho las curas. Con mucha profesionalidad.
El bullicio
hace que me olvide de mis telarañas y de mis tinieblas. Hoy es fiesta".
Yo le respondo: "El Camino está lleno de sorpresas, Clemente. Que el bullicio te sea llevadero. Y que la compañía, el cariño y la fiesta te alivien el dolor de las ampollas. Buenas noches y buen Camino".
11 de agosto de 2011: de Mombuey a Puebla de Sanabria (33 km aproximadamente)
"Que en el camino de tu vida tus buenas obras hablen de ti después de tu tiempo y tu andadura"
"Un rosario de pueblos nos conduce hacia la luz"
"EL AMOR ES EL CAMINO"
En
Mombuey hay una iglesia románica del siglo XIII, (la Iglesia de Santa
María), cuya construcción está atribuida a los templarios.
De ella destaca principalmente su alta torre que supongo que tendría
caracter defensivo y militar. Al lado una placa de la fundación Ramos
de Castro nos dice:
"Los templarios, señores de
leyenda de estas tierras, con la belleza y reciedumbre de esta torre dan testimonio
de su creer y su existir más allá del tiempo. Que en el camino
de tu vida tus buenas obras hablen de ti después de tu tiempo y tu
andadura"
Poco a poco voy percibiendo como desde que entramos en la comarca de Sanabria la vegetación cambia: desaparece la jara y los chopos, y aparecen ya las plantas y árboles que me haban de Galicia y de mi infancia: robles, "xestas", tojos, "uces", "carqueixas", "queirugas"...
La
etapa de hoy me va a obsequiar con un rosario de pequeños pueblos.
El primero que me encuentro es Valdemerilla, donde la placa de la fundación
Ramos de Castro me dice:
"Este pueblo encarna el sosiego y todo
lo hace relativo. Pocos aquí son multitud. Su conformidad alivia el
abandono. Y su tiempo detenido hace vano nuestro correr del tiempo.
Caminante, el hondón de la vida es lo
que importa. Lo demás son verdades relativas. Que la andadura te entrañe
con la esencia del vivir"
En este pueblo encuentro el primer mojón de piedra en el que la vieira está ya colocada igual que en Galicia: indicando con sus radios la dirección a seguir. No acabo de entender porqué no se ponen de acuerdo para colocar en todas partes la vieira en la misma forma. Para quien no lo sabe le crea mucha confusión el hecho de que en Galicia son los radios de la vieira los que nos indican la dirección a seguir y fuera de Galicia normalmente es al revés.
Un
poco más adelante me encuentro con las primeras casas de Cernadilla.
Este es un pueblo muy bonito y bien cuidado. Una placa de la fundación
Ramos de Castro me dice:
"Este pueblo, como tantos otros, en
la cuna del tiempo se adormecía y tus pasos peregrinos nos espabilan,
para despertar generosos y hacer amigos y caminar juntos, hacia la paz del
mundo que nos redima.
Caminante, amigo, siembra valores. Al final
de la andadura, por tu surco de paz floreceran las flores"
Me paro un rato para ver la iglesia. Y en en cementerio me llama la atención una placa en la que han escrito: "Ensemble, noux etions heureux, jamais nous ne t´oublierons"
Tras pasar un buen rato en el agradable pueblo de Cernadilla, sigo caminando hacia el pueblo de San Salvador de Palazuelo, a cuya entrada me recibe una ermita, con un campanario moderno, adornado con una campana y dos cruces. La imagen vista en ese momento del día y a contraluz resulta hermosa y evocadora.
Ya en el pueblo me encuentro con la Iglesia de la Trasfiguración, y subo hasta lo alto de su torre por unas escaleras exteriores. Desde arriba contemplo durante un buen rato las maravillosas vistas de la comarca.
Al
pie de la iglesia, una placa de la fundación Ramos de Castro, dice
"Este
pueblo con su nombre pregona su talante. Y lo hace vida con su ermita, dando
transcendencia y plenitud, con sus devociones, al trajín de cada día.
Caminante, trabajo, solidaridad y trascendencia
son las dimensiones del ser. Que tu andadura te de sentido y plenitud"
Pregunto si hay bar en el pueblo y me dicen que no. "¿Y en el pueblo siguiente?" "Tampoco. En Entrepeñas tienes lo mismo que aquí. Pero cuando llegues a Asturianos, allí ya tienes de todo".
Vaya. Resulta que a pesar de estar pasando por un rosario de pueblos no encuentro ningún bar. Y como no lo había previsto empiezo a sentir hambre. Por fortuna, a la vera del camino hay abundantes moras que están en sazón. Las como y están riquísimas. Pienso en la cantidad de moras que se pierden porque nadie las come. ¡Qué cantidad de alimento desperdiciamos!
Estoy caminando solo la mayor parte del día. Pero mi soledad es dulce, suave y serena. Me acompañan mis pensamientos. En mi cuaderno de notas escribo: "Hoy estoy encontrando el calor, el cansancio, la soledad. Hoy estoy encontrando el silencio, el sosiego, la paz, la luz, el sentido del Camino"
Empiezan a verse los primeros castaños y los primeros robles corpulentos.
Sigo
andando hasta que llego a Entrepeñas, donde la placa de la fundación
Ramos de Castro dice:
"Este lugar, latido de humildad y
de belleza, evoca nostalgias y grandeza: tanto como nos es dado, lo fugaz
que lo dejamos, la tristura por ausencias, la esperanza de la plenitud...
Caminante, haz de la nostalgia una victoria
que te lleve, más allá de soledades y dolores, al calor del
prójimo, a la luz del espíritu que somos".
Salgo de Entrepeñas por un camino que cruza por una zona donde están ejecutando las obras del AVE. De cuando en cuando pasa algún camión y me inunda con el polvo que levanta. Al final, cansado y sediento, llego a Asturianos. En el bar Carmen me encuentro a Ignacio y José Luis y me tomo con ellos un bocata de jamón con tomate y una botella de medio litro de agua. Aprovecho también para untarme de nuevo los pies con viks vaporub y para cambiarme los calcetines.
Una
bonita senda nos lleva luego hasta el pueblo de Remesal, en el que la placa
de la fundación Ramos de Castro dice:
"Este pueblo acogió a Reyes
y cambió la historia. Fenando V, el católico, y Felipe I, el
hermoso, acordaron aquí el futuro de España, de europa, y la
paz. Pasaron los reyes y la historia. El pueblo sigue acogedor y la paz sigue
siendo la tarea.
Caminante, la acogida ecuánime, superando
diferencias y fortuna, es fuente de la paz. Hazla talante en ti y ayuda para
los otros".
Y un monumento y una fuente nos recuerdan el encuentro que tuvo lugar en el año 1506 en el robledal de Remesal de Sanabria de Don Fernando el Católico y Don Felipe el Hermoso.
Seguimos caminando hasta llegar a Otero de Sanabría, donde un cartel nos anuncia las "Fiestas de la Amistad" que tienen lugar del 15 al 21 de agosto. Por el nombre que llevan supongo que deben ser unas fiestas realmente maravillosas.
Nos encontramos lugo con el pueblecillo de Triufe, cuyo nombre me parece muy original... Además me fijo en una frase que alguien ha escrito en la pared de una casa, al lado de una vieira: "Nada más pido: el Cielo sobre mi y el camino bajo mis pies"
Y ya, ¡al fin!, nuestro rosario de pueblos del día de hoy termina en PUEBLA DE SANABRIA. Ha sido un rosario largo. Pero ha valido la pena, pues nos ha conducido hacia la belleza y hacia la luz. Belleza, la de la villa, con su parte vieja, su castillo, sus calles, sus miradores... Luz, la de la tarde hermosa que nos acaricia. Y luz también la del albergue maravilloso que encontramos en la parte baja del pueblo, antes de cruzar el río. Es el "ALBERGUE DE PEREGRINOS CASA LUZ".
Y luz también la de dos nuevos peregrinos que están en el albergue y que van a iniciar aquí su camino: Salvador y Haidea, padre e hija.
De
Puebla de Sanabria la placa de la fundación Ramos de Castro nos dice:
"Peregrino. Todas las olas de la historia
han dejado aquí su paso. Los celtas el nombre. Los suevos la primera
organización. El monacato y los mozárabes su huella. Y los condes
su empaque.
Caminante, que tu también, en cada ola
de tu historia dejes, con tus buenas obras, memoria de tu paso. EL AMOR ES
EL CAMINO".
Vemos el casco histórico. Compramos comida en un super. Y José Luis nos prepara una estupenda cena a base de macarrones con tomates y salchichas. Cenamos juntos en el albergue, invitando a nuestra mesa a todos los que se quieren apuntarse. Manuel, Jose, José Luis, Salvador, Haidea, un ciclista de Santiago de Compostela, una cliclista de argentina y su pareja que creo que es de Cataluña, dos ciclistas valencianos... Somos una gran pandilla improvisada. Compartimos conversación, comida y alegría. Estamos, no lo olvidemos, en la CASA DE LA LUZ.
Esta
noche el sms de Clemente dice:
"Llegué a Lubián. En el albergue
estamos siete pereginos de a pié. Todos los ciclistas se han esfumado.
Siguiendo el consejo de un peregrino francés subí el puerto
del Padornelo por la carretera. Él me dijo que era mucho más
suave y más corto por la carretera que por el camino. Y seguramente
tenía razón. Pero el asfalto me ha machacado los pies. Me han
salido dos nuevas ampollas, una en la planta de cada pie. Y estas ampollas
se han sumado a las que ya tenía: las del calcañar y la planta
del pie izquierdo siguen activas, y la de la planta y la del dedo del pie
izquierdo han resucitado. Y todas me duelen muchísimo. Los otros peregrinos
se han ido al pueblo a buscar una tienda para comprar algo, pero yo no me
he atrevido a salir del albergue. Cada paso que doy es un suplicio.
La peregrina enfermera me ha hecho las curas.
Si estoy sentado sin apoyar los pies casi no tengo dolor. Pero en cuanto apoyo
los pies veo las estrellas. No sé si seré capaz de caminar mañana.
Me he olvidado de mis fantasmas, de mis telarañas,
y hasta de mi sombra. Hoy no tengo pensamientos: solo me duelen los pies"
Esta es mi respuesta: "Clemente, el dolor es algo temporal. Que descanses, que tus ampollas descansen, y que mañana tengas un buen amanecer. Buenas noches y buen Camino".
12 de agosto de 2011: de Puebla de Sanabria a Lubian (28,5 km aproximadamente)
"Una línea muy fina separa el cielo de la nada"
"Caminante, acoger es ser para los otros. Ten tu vida abierta a la acogida. Trascenderás el tiempo"
Empezamos a caminar más temprano que los días anteriores. Respiramos suavemente las primeras luces del amanecer. Luego los suaves rayos del sol empiezan a acariciar nuestra piel.
En el kilometro 9 de la etapa, veo a la derecha una iglesia dedicada a Santiago. Me paro un rato para hacerle fotos. Son todavía las 8:59 de la mañana. Estamos en las inmediaciones de Terroso. Una placa de la fundación Ramos de Castro nos dice:
"Terroso tiene la acogida como historia. Papas y Reyes lo vincularon a Santiago haciendo de lo jacobeo su destino. Y sus gentes, con la acogida generosa al peregrino, le dieron blasones y le dan grandeza.
Caminante, acoger es ser para los otros. Ten tu vida abierta a la acogida. Trascenderás el tiempo"
Dejo la iglesia de Santiago y sigo caminando. A la izquierda del camino admiro la belleza de cinco abedules adolescentes. Su frescura, su alegría, su rebeldía, su inconsciencia, su vitalidad. Les miro. Les observo. Les escucho. Están estrenando su juventud. Y no tienen miedo. Solo tienen ganas de comerse el mundo. Empiezo a intuir la suavidad y la belleza de un beso de abedul.
Cruzo el pueblo de Terroso, y poco después, a las 9:26, a la izquierda del camino veo un castaño centenario. Es el primer castaño centenario con el que me encuentro en mi Camino de este año. Me abrazo a él. Apoyo la frente. Cierro los ojos. Y visualizo lentamente la imagen de las personas a las que más quiero. Estoy un rato largo pidiendo por ellas.
Y dos minutos después, por primera vez me encuentro con una corredoira similar a las gallegas. Abedules, castaños, corredoiras: siento que estoy respirando infancia por todos mis poros. Huele al despertar de la plenitud.
Sigo caminando. Veo helechos, retamas, prados. Veo una vaca con la que me paro a hablar durante un rato. Ella me escucha, me entiende, me mira, y me sonríe. Me gusta verla sonreir. Le hago una caricia en la cabeza y le digo adiós.
Llego
a Requejo de Sanabria. La placa de la fundación Ramos de Castro aquí
nos dice:
"Requejo, válido, valiente
y valioso. Es el pueblo de los tres valores. En el servicio a los que andan
caminos y puertos. En el testimonio de sus gentes en pasadas guerras y gerrillas.
En el alma de sus hijos: la cordialidad de los que están y los dones
de los que se fueron.
Caminante: ser válido es lo valioso
de los valiente4s. Que tu andadura sea válida".
En el Rincón de Mayte (Bar, estanco y tienda) me tomo un bocadillo de jamón y compró agua para beber.
A
la salida de Requejo hay un monumento al peregrino, coronado por dos botas
de piedra, y con una leyenda que dice:
"PEREGRINO, si te gusta la soledad,
si quieres ser protagonista de este camino, junto a la grandeza del paisaje
y frente a la dureza de los frios y los soles. Si quieres que los atardeceres
te arrastren en sus hondos silencios y que a las mañanas los quiebros
de la aurora te agiten el alma... ¡este es tu camino!"
Poco después de Requejo empieza la subida del pueto del Padornelo. ¿Por camino o por carretera? Se nos ofrecen las dos opciones. La de la carretera es más corta y menos empinada. Pero nosotros elegimos el camino. No queremos 6 km de asfalto. Necesitamos sentir el contacto de nuestros pies con la tierra. Subo con Ignacio. A veces juntos y a veces separados. Cada uno a su paso.
Una
vez coronado el puerto empezamos a descender hacia el pueblo de Padornelo,
y luego seguimos bajando hasta llegar a Aciberos. Finalmente un camino muy
hermoso, sembrado de olores de agua y luz, nos conduce hasta Lubián.
Una placa de la fundación Ramos de Castro nos dice:
"Lubián, confluencia y límite
de distintos modos culturales de entender la vida, entraña en el día
a día la riqueza de la síntesis y la grandeza de la tolerancia.
Que ese mismo espítiru lleve tu andadura al encuentro y hermanamiento
de la diversidad"
Justo al entrar en Lubián ya encontramos el albergue. Nos reunimos con nuestros compañeros y buscamos el bar para comer. Pero... no va a poder ser. Pasa ya de las tres de la tarde y la cocina ya está cerrada. Solo nos pueden hacer bocadillos fríos. Y la verdad es que no tenemos ganas de bocadillos. Esta situación no nos incomoda. Simplemente nos desarrolla la imaginación. Hablamos con la dueña del bar y la convencemos para que nos venda unos cuantos tomates, una cebolla, una tortilla que ya tiene hecha, bebidas... Y con estas viandas nos vamos al albergue. Allí las juntamos con un melón que tienen Jose y Manuel. Y con jamón serrano que nos ha sobrado del día anterior y con un poco de fruta. Al final acabamos compartiendo una fantástica comida: Melón con jamón, ensalada mixta, tortilla, fruta... risas, miradas, alegría y conversacion.
Sigue luego una breve siesta. Y despues una conversación con Haidea y con otros dos peregrinos, José María y Carlos David, que son padre e hijo, y que están también en el albergue. Hablamos del Camino, de porqué lo hacemos, de los efectos que produce en nuestras vidas... Uno de los peregrinos, el padre, es miembro de la asociación de amigos del Camino de Madrid, y dedica parte de sus vacaciones a atender un arbergue en el Camino Francés. Nos cuenta su experiencia. Me encanta esta conversación.
Después toca paseo por el pueblo, para comprar algo en la tienda para el desyuno del día siguiente. ¿Y la cena? En el bar nos dicen que no nos pueden dar de cenar porque al dia siguiente tienen una boda y la tienen que preparar. (Alguien comenta que va a ser la primera boda gay del pueblo). En cualquier caso, sealo o no, el caso es que no nos pueden dar la cena. Pero un vecino nos sugiere que podemos apuntarnos a una fiesta popular que hay en el monte donde nos darán de cenar gratis...
Y allá nos vamos todos los peregrinos del albergue. A la fiesta que se celebra en el CORTELLO DOS LOBOS. En medio del monte hay un recinto circular rodeado por un muro alto de piedra. Allí en medio los vecinos de lubián colocaban una cabra atada. Al verla o al oirla el lobo bajaba corriendo desde el monte y saltaba al interior para matarla y comerla. Pero el muro del recinto tenía en su cima unas piedras que sobresalían por su cara interior, de modo que el lobo podía entrar en el recinto pero luego no podía salir de él. Quedaba atrapado y los vecinos acudían con palos y herramientas a matarlo. Sacrificaban una cabra para salvar el rebaño. "Es necesario que uno muera por la salvación de muchos".
Ahora las cosas han cambiado. Ya no hay grandes rebaños de ovejas y cabras. Ya no hay lobos como había antes. Pero los vecinos de Lubián celebran esta fiesta para recordar su historia, para no olvidar sus raíces...
Allí, en medio del Cortello dos Lobos, mezclados con los vecinos y veraneantes, estamos los peregrinos, escuchando música, respirando el atardecer, esperando que empiecen a servir el cordero, y a repartir el pan y el vino. Huele a cielo inmenso.
En el medio del recinto hay unos abedules, y en el tronco de uno de ellos está escrito un poema que dice así:
LAS RAÍCES DEL VIENTO
Noche de luna llena.
Una línea muy fina
separa el cielo y la nada.
El Todo, sereno y claro,
sostiene y abraza,
al niño del universo.
Descalzas e inocentes,
sentadas en la arena,
dos gotas de rocío
sonríen en el desierto.
Cuando nazca el día
y el sol caliente
se unirán de nuevo
al mar inmenso.
Pero eso será mañana.
Ahora es de noche
y las gotas se miran
y sienten en sus almas
las caricias de seda
de las raíces del viento.
Sirven el cordero. Y el vino. "¡Malditos ... no bebais... que luego roncais y no me dejais dormir!", dice Haidea. Pero es broma. Es risa. Es fiesta.
Terminada la cena, bajamos al albergue para dormir. Al día siguiente toca, como siempre, madrugar.
Antes
de meterme en la cama leo el sms de Clemente que dice así:
"Todavía no me lo creo: ¡He
llegado a A Gudiña! Nunca en la vida había sufrido tanto. Por
la mañana, antes de salir del albergue, la peregrina enfermera me hizo
las curas. Pero aún así cuando empecé a andar cada paso
era un tormento. Al cabo de media hora, en cuanto los pies se me fueron calentando,
el dolor de las ampollas cedió un poco. Pero en ningún momento
llegó a desaparecer, ¡ni mucho menos! Este dolor intenso que
me acompañó durante todo el dia hizo que me olvidase completamente
de todo lo demás: mis preocupaciones, mis fantasmas, mis miedos...
todo desapareció y lo único que existió durante el día
de hoy fue el dolor de mis pies. Es como si el universo dejara de existir
y solo quedaran mis pies. Mis pies y mis pasos y mi dolor... Nunca antes había
tenido esta sensación de desconectar tan profundamente de todo lo demás.
La subida del puerto de la Canda se me ha hecho
muy dura. Y el final de la etapa, desde Vilavella hasta A Gudiña, mucho
más. El calor me ha quemado por completo mis pobres pies destrozados.
Ahora ya he perdido la cuenta de cuántas
ampollas tengo. María, que así es como se llama la peregrina
enfermera, me ha vuelto a hacer las curas, con profesionalidad y delicadeza.
Pero hoy, en el albergue de A Gudiña,
cuando terminó de curarme las ampollas, se quedó un rato conversando
conmigo. Y me miró. Con una mirada que me inundó de luz por
dentro. Fue una sensación increible: es como si de pronto todo mi cuerpo
se hubiera convertido en luz. Por un momento me sentí ligero, liviano,
casi flotando en el aire. ¿Es esta la luz que estaba buscando? ¿Han
desaparecido mis tinieblas?".
Desde luego los sms de Clemente cada día me resultan más sorprendentes. Le contesto asi: "Clemente, el dolor ha sido fuente de luz. La luz ha nacido del dolor. Cuando el dolor ha sido máximo ha estallado la luz y te ha inundado. Vive y siente intensamente. Disfruta del momento. Disfruta de la luz. Mañana será otro día que quizás traiga otras sorpresas. Buenas noches y buen Camino".
13 de agosto de 2011: de Lubian a A Gudiña (25 km aproximadamente)
"¡Qué bonito es ver amanecer!"
"El esfuerzo es alegría"
"No importa de donde vienes, no importa a donde vas, lo importante es quien eres y cómo te comportas con los demás"
Me despierto antes de que amanezca. Me levanto. Y salgo fuera del albergue para saborear el amanecer. El cielo sembrado de estrellas abraza y protege con su manto la tierra oscura.
Me gusta mirar la noche, fresca y silenciosa, y ver cómo duerme. Arriba el azul oscuro sembrado de estrellas claras. Abajo este manto negro, desdibujando y escondiendo las formas y los colores.
El silencio abraza la tierra, la acaricia por dentro, y la besa.
La noche toda es un beso inmenso de silencio y soledad.
La noche duerme, callada, vestida de seda oscura. Pero al mirar despacio se percibe que también hay vida en las sombras. El corazón del mundo no se para y sigue latiendo de noche.
Poco a poco se aclara el azul del cielo y el amanecer dibuja las formas del universo.
¡Qué bonito es ver amanecer! Va naciendo la luz. Van despertando las formas. Y poco a poco se van dibujando los colores.
En la noche lenta y serena,
desnuda y silenciosa,
duerme el alma del viento,
y el Ser que lo envuelve todo,
con su mano cariñosa,
acaricia y acuna
el niño del Universo.
Salimos de Lubián tempranito. Pasamos al lado del Santuario de la Tuiza. Y empezamos a subir por el camino el puerto de la Canda. Una subida dura pero muy hermosa. Se nota el peso de las mochilas. Toca sudar. Pero el esfuerzo es alegría.
A las 9:56 horas, al entrar en Galicia, en mi cámara de fotos, gravo un video cuyo texto dice asi:
"Acabamos de entrar en Galicia Acabamos de subir la Canda. Ayer fue un día especial. Una noche llena de estrellas. Hemos subido ayer a la fiesta que celebraban en el pueblo, en el Cortello dos Lobos. Un lugar, cercado con un muro de piedra, donde antiguamente dejaban una cabra encerrada. El lobo bajaba del monte, atraído por los gritos de la cabra, mataba la cabra, pero luego no podía escapar. Los vecinos, con palos, venían al día siguiente y mataban el lobo. Así los cazaban. Tenían que sacrificar una cabra, pero gracias a eso, salvaban el rebaño. Es el sacrificio de uno por la salvación de todos, lo mismo que hizo Jesucristo. Un símbolo.
Fue muy bonito estar allí. Nos sirvieron una cena de cordero, pan, vino, refrescos... Luego postre. Pusieron música. Hubo guiñoles. Y estuvimos juntos todos los peregrinos del albergue. Fue una fiesta inolvidable.
En el albergue estábamos nueve personas: Manuel y Jose, José Luis, Salvador y Haidea (el padre y la hija que van juntos), Ignacio y yo, y otros dos peregrinos que llevan quince años haciendo el camino, y que también son padre e hijo.
El ambiente era totalmente cordial. Fue un día de los que crean espíritu peregrino. Un día realmente inolvidable.
Hoy por la mañana me levanté el primero, todavía de noche, sin saber qué hora era, y me puse a contemplar las estrellas. Me sentí realmente emocionado. Fue un momento maravilloso. A la luz de una farola cogí la libreta y me puse a escribir un poema.
Ahora estoy totalmente sudando, después de subir el puerto de la Canda, pero me siento bien, muy bien. Estoy entrando en Galicia. Y la vegetación es la mía, la misma que tenía en mi pueblo cuando era niño: uces, carqueixas, xestas, carballos, algún tojo que otro, queirugas también, piornos... Tengo todo lo que tenía en mi infancia, y me siento bien. Me siento yo mismo y me siento bien. Gracias Camino. Gracias Santiago. Gracias peregrinos amigos. Y gracias a todos los seres que quiero".
Despues de gravar el video empiezo a bajar solo. Todos los demás van delante. Paso por el pueblo de la Canda, el primer pueblo de Galicia. Cuando llego a Vilavella me encuentro con los demás, que están tomando algo en un bar. José Luis va con ampollas. Y a Haidea le duele una rodilla. Al mediodía, y bajo el sol de agosto, el camino de sube y baja que de aquí conduce a la Gudiña es una tortura para casi todos. Pasamos por O Pereiro, subimos el alto do Cañizo, y luego bajamos hasta la Gudiña. Llegamos todos vivos, que no es poco.
Dejamos las cosas en el albergue y nos vamos inmediatamente a comer. Hoy toca comida de despedida. Manuel y Jose nos dejan. Se van justo al acabar de comer. ¡Qué dificil y doloroso es decir adiós!. En el Camino te encariñas con la gente muy fácilmente. Y luego te duele el alma al despedirte. Pero el Camino es así. Como la vida. Hare mae, hare ra, kia ora.
Por la tarde hacemos la compra en una tienda. Y José Luis nos deleita con una exquisita cena, a la que invitamos a quien se apunta. Y entre los que se suman están dos peregrinos canarios que acaban de llegar y que van a empezar aquí el camino a pié.
El
sms de Clemente del día de hoy dice:
"Estoy en Laza. El día ha sido muy
duro. En la bajada hacia Campobecerros, al no poder apoyar bien los pies,
he forzado las rodillas y han empezado a dolerme. Sobre todo la izquierda.
Esto es mucho peor que lo de las ampollas. Luego desde Campobecerros a Laza
me he arrastrado como he podido. He llegado aquí muy tarde. Cuando
entré en el albergue ya eran casi las nueve de la noche.
Además no calculé bien las provisiones
y en el tramo entre Portocamba y Laza pasé hambre. En el pueblo de
As Eiras no había bar ni tienda. Por suerte cuando bajaba por la carretera
de As Eiras hacia Laza un hombre que iba en coche en dirección contraria
paró para saludarme. Me preguntó si necesitaba algo. "Uff",
le contesté. Él sacó una botella de medio litro de agua
y dos manzanas y me las ofreció. "Gracias", le dije. Creo
que fue un milagro. Me parece que sin las manzanas no hubiera sido capaz de
llegar hasta Laza.
Al llegar al albergue María no estaba.
Se había ido a cenar. Me derrumbé en una cama y se me cayó
el mundo encima. Fue como si me hubieran dado en la cabeza con una montaña
de tinieblas.
Me tumbé y no me atreví ni a descalzarme.
Estaba solo en la habitación y lloré amargamente de dolor y
de soledad. Fue, hasta ahora, el momento más duro de mi camino.
No sé cuánto tiempo pasó
hasta que llegó María con varios peregrinos más. Ella
me descalzó, me hizo las curas, me sonrió, y, sobre todo, me
iluminó con su mirada, haciendo que se evaporasen mis tinieblas.
Entre todos me acompañaron a la cocina
y me ofrecieron algo de cenar. Y algún peregrino, no sé exactamente
quien, me lavó los calcetines y me los tendió.
De las rodillas hacia abajo soy solo dolor.
Lo demás no existe. Salvo la luz. Creo que estoy llegando al límite"
El
sms de esta noche me dejó impresionado. Y me resultó muy dificil
entender que en esa situación Clemente tuviera fuerzas sufientes para
escribir. Parecía una contradicción. Pero todos estamos llenos
de contradicciones. Esta fue mi respuesta:
"Clemente,
tu sms de esta noche me ha impresionado mucho. Te confieso que al leerlo se
me han caído las lágrimas. Quiero que sientas que comparto tu
dolor. Y que deseo que te recuperes y que mañana tengas un día
un poco mejor. Creo que lo de las rodillas es más preocupante que lo
de las ampollas. Si ves que te duelen mucho quédate mañana en
Laza y descansa un día. Y luego continuas tu camino con nosotros. Esperamos
llegar a Laza mañana. Buenas noches y buen Camino".
14 de agosto de 2011: de A Gudiña a Laza (35 km aproximadamente)
"Es más facil decir hola que decir adiós"
Hoy también toca despedida. Salimos juntos de A Gudiña José Luis, Hai, Salvador, Ignacio y yo. Nosotros tenemos pensado seguir hasta Laza. Pero José Luis y Hai quieren hacer la etapa más corta para recuperarse un poco, José Luis de las ampollas, y Hai de la rodilla. Junto con Salvador tienen previsto quedarse en Campobecerros.
Juntos los cinco pasamos las tres priemras ventas (Venda do Espiño, la Venda da Teresa y la Venda da Capela). En la Venda do Bolaño hay una fuente. Salvador, Hai, Ignacio y Yo nos paramos para comer y beber algo. José Luis decide seguir, pues dice que si le enfría el pie luego le duele mucho. Al cabo de un rato Ignacio y yo nos despedimos de Salvador y Hai y reemprendemos el camino. Es un abrazo sentido, agridulce. Huele a despedida. Son las 11:17 horas. Lloran los abedules.
Seguimos andando a buen ritmo. En la bajada a Campobecerros pillamos a José Luis. En la Iglesia de Campos está empezando la misa. Entramos y nos quedamos. Es domingo. Me emocionó cuando unos hombres aparentemente rudos, con la voz ronca y fuerte de la montaña, cantan una canción:
VASO NUEVO
Gracias quiero darte por amarme.
Gracias quiero darte yo a ti, Señor.
Hoy soy feliz porque te conocí.
Gracias por amarme a mí también.
YO QUIERO SER, SEÑOR AMADO,
COMO EL BARRO EN MANOS DEL ALFARERO.
TOMA MI VIDA, HAZLA DE NUEVO,
YO QUIERO SER UN VASO NUEVO.
TOMA MI VIDA,
HAZLA DE NUEVO, YO QUIERO SER UN VASO NUEVO.
Te conocí y te amé.
Te pedí perdón y me escuchaste.
Sí, te ofendí, perdóname, Señor,
pues te amo y nunca te olvidaré.
En ese momento, esta canción me emociona. "Toma mi vida, hazla de nuevo...". Estoy muy cerca de Camba, el pueblo que me vió nacer.
Al terminar la misa seguimos caminando por el pueblo. En el bar de abajo están celebrando el "Carnaval de Verano". Huele a fiesta. En el bar de arriba nos dan de comer. Y ahora toca la despedida de José Luis. Otro abrazo agridulce. ¡Se nos va a terminar rompiendo el alma! Son las 13:23 horas.
Cuando nos despedimos el dolor del adios se ve mitigado por la dulzura y la belleza del abrazo.
Sin preocuparnos por el calor caminamos por la carretera hacia Portocamba. Aquí paramos para coger agua en una fuente. Ignacio mete sus pies en el estanque. La mañana estuvo un poco nublada, pero ahora hace sol. Calor de tormenta. Me mojo la cabeza y la gorra.
Luego seguimos caminando hasta encontrar una gran cruz de madera, y aquí nos desviamos hacia la izquierda, en dirección a As Eiras. Finalmente, en continua y suave bajada, llegamos hasta Laza.
La etapa es de alta montaña. Bonita. Intensa. Bibrante. Paisajes espectaculares. Montañas y montañas sin parques eólicos. Y también montañas escarpadas en el alma, por la dureza de las despedidas. Montes crudos mezclados con el hermoso valle de la cercanía de mi infancia y de la proximidad geográfica y espiritual del lugar que me vió nacer: Camba. Otro día inolvidable.
Por el camino voy rumiando pensamientos. En el Camino se sufre, se goza, se ríe, se llora. Y todo se vive muy intensamente. En muy pocas horas se le coge mucho cariño a las personas con las que se camina. Y quizás lo más doloroso del Camino son las despedidas. Duelen más que las ampollas.
En el Camino la alegría y el dolor se viven intensamente. El Camino es una ensalada de risas y de lágrimas.
Un día se fue Pedro, casi llorando. El profesor de literatura. Ayer le dijimos adiós a Manuel y a Jose. Hoy nos toca despedirnos de José Luis, Salvador y Hai. . Romper la luz, desdibujar el viento, volver a escribir la soledad...Me duele en el corazón la luna rota del adiós...
Pero en el Cammino no se programa, sino que se improvisa. Se vive siempre en presente, y cada momento guarda una sorpresa. Cada día es una caja llena de regalos. Regalos envueltos, que vamos descubriendo poco a poco.
Quizás este sabor agridulce, esta mezcla de dolor y alegría intensos, y este continuo vivir el momento presente en el filo de la sorpresa, es lo que hace que el Camino nos tenga cautivados. Recuerdo la frase de Salvador: "El Camino, si lo haces bien, te engancha".
Sentado en una fuente que hay al borde de la carretera que va de As Eiras a Laza escribo algunas notas en mi libreta: "Es importante saber que estamos vivos y redescubrir nuestra capacidad de volver a soñar" "Este Camino me está sirviendo para reencontrarme con la belleza de los árboles de mi infancia: robles, castaños, abedules... Cuando veo un abedul me paro, lo miro, lo escucho, y él me habla y me ilumina con su voz"
En Laza nos reciben en Proteccion Civil y nos dan las llaves del albergue. Aquí cada peregrino tiene dos llaves: la de la puerta de entrada al albergue y la de la habitación.
El albergue de Laza está de lujo. Impresionante. Lleno de luz. Un edificio moderno, de planta baja, de madera, piedra y cristal. Varias habitaciones de seis camas cada una, en tres literas. Habitación y baño para minusválidos. Cocina nueva, moderna, limpia y muy bien equipada. Lavadero y tendedero. Sala de estar. Baños completos. Luces que se encienden por sensores y se apagan solas. Sábanas y almohadones de usar y tirar... En resumen, es un albergue moderno, acogedor, bonito, limpio y bien equipado. Uno de los mejores albergues del camino... Un albergue que por tener tiene hasta un osito de peluche...
Cenamos en el bar Picota. Ángeles, la cocinera, nos prepara una cena riquísima. Pasta con verduras recién cogidas de la huerta. Tortilla de patatas. Pimientos. Filetes. Todo muy sazonado y muy rico. Pan, vino, gaseosa... Y todo por 8 euros por persona. Un lugar altamente recomendable.
Después de cenar nos vamos a dormir. En el albergue estamos trece peregrinos: seis caminantes y siete ciclistas. Pero, como hay sitio suficiente, a Ignacio y a mi nos han dado una habitación para nosotros solitos. Un auténtico lujo.
Antes de acostarme escribo en el libro del albergue una frase dedicada a mis amigos peregrinos que se han quedado en Campobecerros:
"Hare mae, hare ra,
kia hora = nos encontramos, nos despedimos, nos decimos adiós... El
Camino (y la vida) a veces es así. Lo importante es saber hacer el
bien en todo momento: cuando te encuentras y miras al otro, cuando le saludas
desde el corazón, cuando caminas con él y cuando le das el abrazo
del adiós.
Salvador, Haidea, José Luis... ¡gracias por todo!, mucho ánimo
y BUEN CAMINO.
(Juan,
de Ourense)
PD: Por cierto, en este albergue se está de maravilla y en LA PICOTA
nos sirvieron una cena fantástica y a muy buen precio".
Y
temino el día, como de costumbre, leyendo el sms de Clemente:
"He llegado a Xunqueira de Ambía.
El día de hoy no ha sido tan duro como el de ayer. Por la mañana
María me hizo las curas de las ampollas. Y me echó una pomada
muy fría en las rodillas, que me alivió mucho el dolor. Luego
me miró, me sonrió y me dijo: "Buen Camino".
Empecé a andar y poco a poco fui desentumeciendo
mis músculos. La subida de la Alberguería la hice despacio,
con calma, a mi ritmo. Arriba, en el bar El Rincón del Peregrino, bebí
un acuarius de limón, me tomé pan con jamón, escribí
mi nombre en una concha, y cerré los ojos para escuchar la música
clásica que estaba sonando... Fue un momento de intensa paz interior.
Por un momento miré dentro y no encontré telarañas ni
fantasmas. ¿A donde se habrían ido mis fantasmas? Mi casa por
dentro estaba limpia y coqueta. Y llena de luz. No había ni rastro
de las tinieblas. Me sentí inundado de felicidad.
Al cabo de un rato me levanté y continué
caminando. Subí durante un rato. Y luego empecé a bajar. Muy
despacio. Intentando no maltratar demasiado mis pies y mis rodillas. Tratándolos
con cuidado y con cariño.
Sin grandes problemas llegué a Vilar
de Barrio, donde comí. Por la tarde, bajo un sol duro, seguí
caminando hacia Xunqueira de Ambía. Los primeros kilómetros
me resultaron un poco crudos y ásperos, poblados de una soledad excesiva
en medio del calor. Pero luego el paisaje se volvió más amable
y mi alma recuperó la caricia de la luz interior.
Llegué a Xunqueira de Ambía en
torno a las seis de la tarde. Cansado y dolorido. Pero feliz. Extrañamente
feliz.
Entré en el albergue. Y yo mismo me descalcé
y me duché. En mis pies y mis rodillas sentí un dolor intenso,
pero soportable. Creo que ya me estoy acostumbrando al dolor. Esto quizás
es lo que llaman "elevar el umbral del dolor".
Después María me hizo las curas.
Esta vez su presencia y su cercanía me resultaba más natural.
Es como si su luz fuera más suave. Es como si estuviera naciendo la
amistad.
El al albergue estábamos siete peregrinos. Dos chicos
de Jaen prepararon cena para todos. Cenando y conversando, sentado con los
pies en alto, tuve la sensación de que todos mis dolores habían
desaparecido. Los veía borrosos y lejanos, como si hubieran sido solo
un mal sueño, una pesadilla".
Al
leer el sms de Clemente sonrio, sintiéndome lleno de felicidad, y le
contesto inmediatamente:
"Clemente,
cada día tiene su propia historia. Y la tuya de hoy me gusta. Creo
que tu Camino está siendo muy intenso. Y creo que nunca lo olvidarás.
Estás viviendo el dolor y la felicidad al máximo. ¡Ojalá
todo esto te purifique totalmente y vuelvas a la vida libre de todos tus miedos,
telarañas, fantasmas y tinieblas. Buenas noches y buen Camino".
15 de agosto de 2011: de Laza a Xunqueira de Ambía (33 km aproximadamente)
"Solo es verdaderamente libre el que es dueño de si mismo"
"Hai cousas que nunca existiron e poden ser verdade"
Laza es la tierra del entroido o del carnaval. Uno de los más "enxebres" de la península. Famoso en el mundo entero por sus peliqueiros, su morena, sus hormitas rabiosas...
Duermo realmente bien. Todos los del albergue de Laza, caminantes y ciclistas, nos hemos puesto de acuerdo para comprar leche y magdalenas para todos y para levantarnos y desayunar a la misma hora. Lo hacemos en torno a las 7. Huele a jacobeina, a comida y conversación compartidas, al mejor espíritu del Camino...
Seis de los ciclistas que están con nosotros en Laza estabam también la noche anterior en el albergue de la Gudiña. Tres chicos y tres chicas, jóvenes, muy alegres... Todos tienen sus raíces en un pueblo de Zamora, pero viven en diferentes sitios: Burgos, Madrid... Se han juntado para hacer el Camino. No son grandes ciclistas. Pero están llenos de ilusión y de ganas. Me escriben algunas frases en mi cuaderno: "No sé yo todavía si soy peregrino" (Rubén, Madrid). "Nadie confiaba en nosotros, pero lo conseguimos" (Elsa, Madrid).
Nos despedimos de nuestros amigos ciclistas. Y empezamos a andar. Vamos primero a Protección Civil, para dejar las llaves que nos han dado. Una placa del Instituto Geográfico Nacional nos informa de que estamos a 475 metros sobre el nivel del mar. Después pasamos por la Iglesia de San Xoan y por la plaza de la Picota, y enfilamos una larga calle. Pasamos al lado de un bonito crucero y llegamos a la carretera OU-113. Caminamos un rato por ella, cruzamos el río Támega (afluente del Duero), y llegamos a Soutelo Verde. Este pueblo me resulta muy agradable. Me paro a hacer fotos. Al lado de unas flores un indicador me informa de que estoy a 888 kilómetros de Granada. Me acuerdo de la Alhambra, de los jardines del Generalife, de la belleza y del embrujo de Granada... Y siento como el alma se me llena con la magia desbordante del Camino Mozárabe. Huele a plenitud.
La mañana está fresca y agradable. Sigo caminando solo por la pista que por terreno llano me coduce hasta Tamicelas. Aquí empieza la subida de la Albeguería. "¿Y esto es una cuesta? Esto no es cuesta ni es ná", dirá mañana un chico de los boy escouts cuando pase por aquí. Pero claro, él es un chico de menos de veinte años... En cambio, para los que pasamos de los veinte la cuesta de la Alberguería se las trae. Empiezo a subir por la ladera empinada del Monte da Travesa. La mochila me pesa. Sudo. Pero gozo con el esfuerzo. Me siento feliz.
Mientras subo voy masticando un pensamiento que me da fuerza y energía: "Solo es verdaderamente libre el que es dueño de si mismo". Y cuando la subida empieza a ser ya más suave, en la orilla del camino veo un abedul. Me paro. Lo miro. El viento sopla. Una de sus hojas se suelta y viene volando hacia mi y me toca, me roza los lábios. ¡Qué bonitos, suaves, dulces y tiernos son los besos de abedul! Me acerco, acaricio su tronco, y lo abrazo. Siento fuerte, fresco y vivo el latido de mi infancia pobre, libre y feliz. En mi cuaderno de notas escribo: "Un abrazo es un poema infinito escrito en un solo verso".
Sigo subiendo, mientras pienso: "La posibilidad de que aparezca una sorpresa nos ayuda mucho a seguir cuando el camino es cuesta arriba".
Cuando llego a la Albergueria me reciben unos gaiteiros. ¡Es 15 de agosto!. Y en el bar de Luis, el RINCÓN DEL PEREGRINO, suena música de Bob Dylan. Divina. Debe de tener unos buenos altavoces. Música celestial. Ignacio está sentado en una mesa tomándose ya pan con jamón. Me siento lleno de vida y de energía. Es uno de los mejores momentos del Camino. Tengo unas enormes ganas de bailar, de saltar, de volar...
Algunos peregrinos llegan. Otros se van. Ciclistas. Caminantes... El RINCÓN DEL PEREGRINO es uno de los puntos estratégicos de esta zona del Camino. Aquí paran todos después de la dura subida. Luis nos informa de que este año están pasando unos treinta peregrinos cada día. Que pasan más que el año pasado, a pesar de que el pasado fue un año xacobeo y este no lo es.
Escribimos nuestros nombres en una concha. Luis la coloca al lado de los miles de conchas que guardan los nombres de otros peregrinos que han pasado por aquí desde el año 2004. Son testimonios de profundas historias personales. Cada uno ha dejado aquí su nombre. Cada uno ha llevado en su sangre y en su alma las razones, los pensamientos y las vivencias de su camino... Cada peregrinación es una historia personal única e irrepetible...
Me quedaría aquí toda la vida. Pero el Camino nos llama. Y a él volvemos. Empezamos a caminar. En una pequeña plaza del pueblo de Albergueria encontramos el monumento del ROLLO PENA DE PICOTA, signo de jurisdicción, justicia y castigo. Al salir del pueblo caminamos por un hermoso sendero de tierra. De cuando en cuando nos paramos para comer algunas moras que hay a su vera y que están realmente riquísimas. ¡Qué ricas son las moras buenas cuando están en sazón!
Llegamos hasta una gran cruz de madera. La contemplamos durante un rato. Y luego seguimos nuestro camino en ligero descenso. Al frente tenemos la inmensa llanura de la Limia, lugar donde estuvo la Laguna de Antela, desaparecida por obra del hombre en pleno siglo XX... Parece una ironía que en este mismo lugar un cartel en madera rústica diga: "OUVEREDO aldea en reconstrucción en contrato con la naturaleza". Recuerdo ahora las palabras de Ignacio mientras subiamos el puerto de la Canda: "La ecología es una simple cuestión de agradecimiento. Si la tierra nos ofrece tanta belleza, lo natural es ser agradecidos, y respetarla y cuidarla" ¡Toma ya!. Esta frase, esta idea, este pensamiento, podría dar para meditar durante años... ¡Qué bueno sería que lo entendiesen los que gobiernan el mundo y que lo pusiesen en práctica!. Señores Obama y compañía... ¡sean agradecidos a su Madre, la Tierra!
Con estos pensamientos seguimos caminando y llegamos a Vilar de Barrio. A la entrada unas señoras nos informan: "Tienen varios bares, tienen albergue, y, si quieren comer, enfrente del albergue, Carmiña les dará de comer en su casa. Ella es la que da de comer a casi todos los peregrinos".
Nos dirigimos al albergue. Sellamos la credencial. Buscamos la casa de Carmiña, pero está cerrada. Un hombre nos informa de que ella está en la misa de los Milagros, pero que vendrá pronto. Esperamos. Cuando llega nos abre su casa y nos prepara la comida. Huevos fritos, bistec, patatas fritas, ensalada...
Después de comer continuamos nuestro camino. Un coche me pita y se para. ¡Anda! ¡Pero si es mi hermano Alejo! ¡Qué casualidad!. Nos abrazamos. Me dice: "Casi no te conocí. ¡Qué negro estás!. !Y con esa barba!" Al cabo de un rato nos despedimos.
Sigo caminando. Pasamos por Bóveda. En Vilar de Gomareite me paro a hacer algunas fotos. Ignacio sigue. Me quedo solo. Al cabo de un rato me veo frente a una recta interminable. Mi guía dice: "La recta se las trae, y por su longitud, tres kilómetros y medio, recuerda a las pistas zamoranas". Son las cinco de la tarde. El sol cae a plomo sobre mi cabeza. Arde la soledad. A mi lado voy viendo algunos campos de cereales, unos ya segados y otros sin segar. Me acuerdo del libro del Principito: "lo que cambia es el color del trigo"...
Hay algunos cruces que no están bien señalizados. Primero busco cualquier señal, por pequeña que sea. Y, donde no hay señales, me dejo llevar por la lógica y por la intuición, y por la máxima de "seguir siempre de frente mientras no exista una señal que te diga que debes cambiar de dirección". En mi cuaderno escribo: "En la vida, cuando tengas dudas párate y busca las señales: cualquier señal, por pequeña que sea, es más fiable que el puro azar".
Después de vencer al fin la dura soledad de la línea recta, llego a Bovadela. Una fuente me reconforta. Me refresco y bebo.
Sigo andando. Al cabo de un rato me encuentro a Ignacio, parado, esperándome. "Me dijiste que si veía un letrero que dijese PADROSO que te avisase, que querías hacer fotos de ese pueblo", me dice. Y justo a su lado está el letrero que nos informa de que estamos entrando en el pueblo de Padroso. Preparo la cámara. Veo unos hórreos bonitos, pero la posición del sol en este momento no me permite obtener una foto aceptable de ellos.
Seguimos caminando. Veo un pastor con unas ovejas, en un campo, a la sombra. Aquí la luz si es buena para hacer fotos. Nos paramos. Una oveja tiene dos corderitos que han nacido hace menos de veinticuatro horas. Me acerco y la pregunto al pastor si puedo tomarles fotos. "Si oh!, faga as que queira!!!". Disfruto observándolos y retratándolos. La oveja madre me mira con seriedad, y de vez en cuando golpea el suelo con su pata delantera, como diciendo: "no les hagas daño, que son mis hijos". Yo le sonrío y la miro con ternura, en son de paz. Ella entonces se relaja, suaviza su mirada, y deja de golpear el suelo. Veo que nos hemos entendido hablando en el idioma universal de la mirada y del corazón...
Los corderitos tienen menos de un dia, pero ya se sostienen en pie, son capaces de caminar algo, e incluso intentan ya comer alguna hierba... ¡Es impresionante lo indefensos que somos los humanos cuando nacemos en comparación con otros mamíferos! Los corderitos consiguen en menos de un día hacer unos progresos que a un humano le requererían más de un año.
Nos despedimos del pastor y de su rebaño. Dirijo a la oveja madre una mirada sincera de agradecimiento. Ella me mira y menea su cabeza. Me quedo con la duda de si ha sonreido o no. ¿Las ovejas son capaces de sonreir? ¿Cómo sonríen las ovejas? Tengo que dedicar más tiempo a conversar con las ovejas, para aprender a distinguir en su rostro la expresion de sus emociones y sentimientos.
Seguimos caminando y llegamos a una fuente. Cogemos agua. Encima de la fuente hay una pequeña escultura que parece de barro. Cerca de allí una señora está lavando un coche. "¿Quién es este Santo?", le pregunto. "San Bieito", me contesta. Al oir su voz la reconozco inmediatamente: ¡Es Ángeles, la mujer de Bieito Ledo!. Voy corriendo a darle un abrazo.
Le pregunto por su marido. "Está durmiendo la siesta", me dice. Conversamos durante un rato. Poco después aparece su marido, bajando por la escalera de su casa que está allí mismo... Le doy un abrazo muy grande. ¡Vaya sorpresa! Bieito es de aquí, pero vive en Vigo. No me imaginaba que me lo iba a encontrar en el pueblo.
Nos invitan a sentarnos y a tomar algo. Bebemos y conversamos. A la sombra suave de la tarde. ¡Qué sorpresa más agradable! Es maravilloso. La tarde huele a besos de abedul...
Hablamos de mil cosas. Y también del Camino. Bieito quiere organizar un recorrido por el Camino Sanabrés para gente que no puede caminar mucho o que no puede llevar grandes mochilas...
Cuando está en el pueblo, Bieito se pasa horas sentado en una mesa que tiene al lado de su casa... Cada vez que pasa un peregrino le invita a sentarse, y le ofrece bebida, comida y conversación... Hoy mismo, por la mañana, estuvo con una señora alemana que iba con su hijo. ¡Nuestra alemana!...
No sé cuanto tiempo estamos allí, sentados, conversando con Bieito. Pero a mi el tiempo se me pasa en un suspiro. Siento en mi sangre la suave y serena caricia de la amistad. La temperatura es perfecta y el tiempo y el espacio parecen no existir. El latido de mi alma, sin palabras, se pregunta: ¿Es esto la felicidad?. Una voz silenciosa responde: Si no lo es, desde luego se le parece...
Son conversaciones profundas que tienen lugar entre las raíces de las cosas. Y no me extraña que esto suceda aquí y ahora, porque Padroso es un lugar lleno de magia y de misterio. Por eso en la pared de la casa de Bieito hay una placa que dice: "Hai cousas que nunca existiron e poden ser verdade" (Hay cosas que nunca existieron y pueden ser verdad).
Y en otra placa dice: "nesta casa naceu e medrou D. BIEITO LEDO CABIDO, editor da ENCICLOPEDIA GALEGA UNIVERSAL, declarado fillo predilecto de Xunqueira de Ambía... 24-06-2006"
Podríamos quedar aquí para siempre. Pero decidimos echarnos de nuevo a andar. Bieito nos acompaña durante un buen rato. El camino en este tramo es fantástico: tierra sueve y cariñosa bajo los pies, muros de piedra a nuestro lado, robles centenarios, sombra, fresco... y sobre todo la suave caricia de la luz y de la magia de la tarde. Huele a perfume de alma llena y rebosante de felicidad.
Cuando llegamos a un alto, Bieito nos explica lo que se ve desde allí. Y luego, al despedirnos le digo: "Aunque huela mal, dáme un abrazo"... Y él me abraza y me contesta: "hueles a beso de abedul".
Bajo la cuesta sonriendo y pensando: El peregrino huele a beso de abedul. Es un olor especial y diferente de todos los otros olores conocidos. Un olor que el resto de la gente no entiende. El olor del que ha salido del estanque de la razón y de la lógica y ha caido en la marmita de la libertad.
Cuando llegamos al albergue de Xunqueira de Ambía estoy exultante de felicidad. Allí nos encontramos a la alemana con su hijo, a José María y Carlos David (el padre y el hijo que llevan 15 años haciendo el camino), y a varios peregrinos más.
Sellamos las credenciales y nos despedimos. Al hacerlo le pido a la alemana que me escriba en mi cuaderno una frase sobre el Camino. Ella lo hace. Dice así:
"Wir
freuen uns in diesem jahr uber all dies vielen netten menschen die wir kennengelernt
haben. Und noch treffen werden. Unser motto.
Frölich sein, guter tun, und die spatzen
pfeifen lassen (Don Bosco)" (Christian y Ursula, de Alemania).
(Estamos muy contentos de la mucha gente agradable
que hemos conocido en este año. Y la que encontraremos todavía.
Nuestro lema: Ser feliz, hacer el bien y dejar que canten los gorriones (Don Bosco))
Aquí termina nuestro tiempo de peregrinación por este año. Ahora toca volver a casa, al trabajo y a la vida normal. Pero volvemos con la fuerza y energía que hemos recibido del Camino.
¿Y
Clemente? Su sms de hoy dice asi:
"He llegado
a Ourense. Hoy no me he enterado del dolor de las rodillas ni del de los pies.
Hoy he sentido un dolor mucho más intenso y profundo.
He llegado a Ourense a las doce y media. He
ido al albergue. Me he despedido de los peregrinos con los que he compartido
estos días.
María y yo nos hemos dado un abrazo,
nos hemos mirado durante un rato, y nos hemos dicho adiós.
Ella sigue su Camino hacia Compostela. Yo he
agotado mi tiempo y tengo que volver a casa. Ahora estoy en un tren en dirección
a Salamanca. Dentro llevo una sensación agridulce y contradictoria:
Soy feliz porque he limpiado mi casa de miedos, telarañas y fantasmas,
y porque he borrado las tinieblas de mi mediocridad y de de mi rutina. Pero
sufro por la ausencia física de la luz que ha iluminado mi alma. Me
duelen mis rodillas y mis ampollas, pero mucho más me duele el "adios".
De todos modos, siento que el Camino me ha purificado,
que me ha ayudado a conocerme por dentro, y a descubrir la belleza de mi alma.
Y siento que en algún modo, a pesar de la ausencia física, la
amistad y la luz de María me acompañarán siempre".
Al leer este sms lloro de emoción. Me hubiera encantado conocer personalmente a Clemente, poder mirarle a los ojos, poder abrazarlo. Ahora él va ya en el tren, camino de Salamanca. Es posible que nunca en mi vida lo vea. O quizás sí. ¡Quien sabe!. Pero en cualquier caso nunca antes había tenido una relación tan profunda por sms con un desconocido. Este es también para mi, este año, uno de los milagros del Camino.
POST DATA:
Hai y Salvador llegaron a Ourense el día 17 de agosto. Aquí terminaba su Camino de este año. Desde aquí se fueron para Murcia, con la idea de retomar su Camino el próximo año. A Hai le dolió mucho la pierna en la bajada de Campobecerros, pero luego se recuperó un poco y logró llegar al final de su camino.
José
Luis, nuestro buen amigo de Jaén, llegó también a Ourense
el día 17, con los pies llenos de ampollas... pero con fe, fuerza y
energía para seguir andando a toda costa, ofreciendo su sufrimiento
y su dolor por una causa profunda que le ha traido aquí. El día
21 llegó a Santiago, en compañía de un italiano (Andrea),
de dos austriacos (Eric y Judit) y de otros peregrinos más. Allí
se juntó con su padre y con un grupo de amigos valencianos, entre los
que estaba Hilario, el marido de Imma. Abrazó al Apóstol...
¿Lloró?.
En la Catedral, ¡y el Obradoiro!, rezaron juntos.
Por muchas cosas, pero especialmente por ella, por Imma.
POST DATA 2: Y un mes más tarde el Camino sigue. Sigue su luz dentro de mi ser, iluminando mi septiembre y mi vida cotidiana. Sigue el recuerdo. Siguen las vivencias latiendo.
Y siguen las sorpresas. Fin de semana del 9 al 11 de septiembre. Juntanza anual en Ciudad Rodrigo con amigos que nos conocimos en Trives en 1990. Huele a espontaneidad, a libertad y, sobre todo, a amistad... Y también a generosidad... Y a la vuelta, el domingo por la tarde, un impulso me conduce a parar en Zamora, para pasear por la ciudad con mi mujer y mis hijas... Me gusta Zamora. Es una ciudad pequeña, bonita, acogedora, agradable, amable... Tomamos un café en el Casino. "Ahí al lado está el albergue", les cuento. Y enfrente la plaza de Viriato... Cuando salimos están los gigantes y cabezudos poniéndose en marcha. Hay un corro de gente mirándolos. Una niña chinita muy pequeñita se pone al lado de ellos. Hago una foto que me encanta: la niña de protagonista, minúscula, mirando hacia el cielo, y detrás cuatro gigantes enormes, altísimos... Y de pronto, de debajo de un gigante, sale una persona y dice "¡Juaaaaaaaaaaaaaaannnnnnnnnn!"... ¡Es David!!!!!, uno de los dos peregrinos de Zamora que conocimos en Granja de la Moreruela. Y justo detrás de él aparece su amigo, el otro peregrino zamorano. ¡Qué alegría!. ¡Qué sorpresa!. Nos dimos un gran abrazo... Y él se tuvo que ir corriendo, a meterse dentro del gigante, para seguir el desfile...
Dos días después me llega un correo de David, lleno de palabras mágicas... Tamién me han llegado correos de Pedro, de Eric, de José Luis, de Manuel... Y con Hai he hablado hoy por teléfono. ¡Qué bonito escuchar su alegría al otro lado del hilo!
Es la mágia infinita del Camino...
(22-08-2011)
"I came to find God in me. And now I find Him everywhere. I have to bring this back to my daily life, where I actually live now. "Cami" means "God" in Japanese" (Wrenn)
"Caminar es besar la tierra con los pies" (Juan)
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