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LISBOA
Poderosa. Solemne. Rica y pobre. Llena de contrastes. Lisboa es una gran ciudad. Capital de Portugal. Asentada a la orilla del río Tajo.
La zona de Belém, con su Monasterio de los Jerónimos, su Torre de Belem, y sus "pasteis de Belem" (imitados, pero inigualables).
El puente más grande de Europa: a Ponte Vasco da Gama.
La grandiosa AVENIDA DA LIBERDADE, con sus monumentos colosales, que nos conduce a la Plaza de los Restauradores... y luego a la BAIXA, con sus calles rectas que unen la plaza del Rossío (con sus fuentes, y con el café NICOLA) con la Plaza do Comercio. Los tranvías que van y vienen. El Castelo de San Jorge, arriba, en lo alto, con buenas vistas. Y el bárrio de Alfama, típico y diferente... Y el barrio Alto... Y mil cosas más.
Los monumentos, los edificios (la mitad grandiosos y la otra mitad en ruinas), las avenidas y las callejas, las tiendas y los tendales, y la gente... Pasa un hombre con corbata, con pintas de ejecutivo, y entra en una tienda de alto estanding... A un lado de la puerta de la tienda un indigente coloca sus cartones preparándose para pasar la noche fría... Al otro lado un joven le ofrece marihuana a los transeuntes... Y un poco más allá camina una familia con niños, ajena a todo este tinglado... Mientras, en medio de la acera, un limpiabotas sonríe, mientras conversa con su cliente al que le está dejando relucientes sus zapatos negros... Al lado del limpiabotas pasan cuatro adolescentes, tres blancas y una negra, hablando en voz alta y riendo a carcajadas... Por la calle rueda una limusina y detrás de ella un coche medio destartalado...
Lisboa es una ciudad llena de curvas sensuales. Una ciudad que huele a libertad. Una ciudad cargada de historia y de vida...
Lisboa es una ciudad llena de contrastes. Pero es una gran ciudad. Conserva la nobleza de sus gloriosos tiempos pasados. Conserva el orgullo de haber sido reina. Y mira al mundo con la cabeza alta, a pesar de no estar ahora en su mejor momento... Muchos años de crisis la han dejado en parte media herida, despoblada de juventud... Pero aún así sigue siendo grande. Reune lo cadudo y lo decadente con lo clásico e imperecedero y con lo moderno. Una ciudad que vale la pena visitar, conocer, vivir, saborear... porque todavía sigue siendo verdad el viejo dicho de que "o que non foi a Lisboa non viu cousa boa"...
"O que converte a vida nunha bendición non é facer o que nos gusta, senón que nos guste o que facemos" (GOETHE)
"No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido" (Pedro Arrupe)
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