Galicias.com: una casa para todos |
Otros tiempos
Es viernes. Agosto. Son las ocho de la tarde. Hace calor. "Tren expreso procedente de Vigo con destino a Barcelona próximo a estacionarse en vía uno andén segundo". Tres amigos con tres mochilas estamos charlando animadamente en la estación de Ourense. Cuando el tren se para, subimos. Nos espera un largo viaje. Y luego tenemos pensado estar ocho días andando por el Camino de Santiago. Estamos contentos.
Al tren que va a Barcelona le llamaban hace veinte años "el Shangai". Creo que era porque iba muy lleno. Gente en los compartimentos y en los pasillos. Eran otros tiempos. Ahora este tren tiene muy buena pinta. Los asientos son muy cómodos. Todo parece bastante nuevo.
Nos acomodamos en nuestros asientos. A mi lado va sentada una chica. Ni fea ni guapa, ni alta ni baja, ni joven ni vieja... Una chica normal. Poco a poco entablamos conversación. Se llama María. Vive en Burgos. Tiene treinta años. Vive en pareja desde hace ocho años. No se plantea el casarse porque se encuentra muy bien así. Sólo a veces siente deseos de tener hijos y entonces... Pero no. De momento no piensa casarse. Es profesora. Le encanta su trabajo. Le apasiona incluso... Parece una persona muy madura. Muy equilibrada. La conversación con ella es agradable.
Todavía no hemos llegado a Monforte de Lemos cuando María se levanta y se va al baño. Vuelve al cabo de un momento. Seguimos charlando.
Pasa poco más de una hora y la chica vuelve a levantarse para ir al baño. Y vuelve nuevamente al cabo de un rato.
Sigue rodando el tren. Ya es muy de noche. Un guardia de seguridad camina lentamente por el pasillo del vagón. Es la tercera vez que pasa. María lo mira. Y se queda ensimismada... Me llama mucho la atención el comportamiento de la chica. Parece como si se pusiera un poco nerviosa cada vez que pasa el personal de seguridad. Estoy un poco intrigado. ¿Por qué habría de mostrarse así una persona que parece tan normal?.
El tren sigue su paso. Los pasajeros empiezan a quedarse dormidos. Tres asientos más adelante hay una chica que se ha traído una almohada, una almohada de verdad, de las de las camas de noventa. María se remueve en el asiento, intentando buscar una postura cómoda. Y se queda dormida. En sueños tiene cara de angel. Se le nota relajada y en paz.
Sigo pensando que no entiendo por qué una persona así se puede poner nerviosa cuando pasa el guardia de seguridad.
El tren llega a la estación de Palencia. María se despierta. Mira y remira como si quisiera examinar lo que pasa en el vagón. Y en cuanto el tren comienza a caminar se va al baño otra vez. Tarda más. Y vuelve más relajada y tranquila que las otras veces. Me mira. Adivina que estoy intrigado. Y me cuenta...
"Soy fumadora. Desde los dieciséis años. Y en este tren no hay vagones de fumadores. Y en la cafetería tampoco se puede fumar. En realidad en este tren no se puede fumar en ningún sitio. Y yo no aguanto todo el viaje sin fumar. Me escondo en el baño para hacerlo. Pero tengo miedo de que me pille el guardia de seguridad... y por eso normalmente sólo fumo un cuarto de cigarrillo de cada vez. Pero esta última vez me he sentido más confiada y me fumado tranquilamente el cigarrillo entero. Y ahora me siento mucho mejor".
Al otro lado del pasillo va un señor. Ha oido la conversación. Y dice hablando a media voz: "A mi me da la impresión de que estamos construyendo una sociedad de niños pequeños".
Yo no puedo evitar el acordarme de mis tiempos de Seminario. En Ourense. Cuando mis compañeros también se escondían en los baños para fumar. Sabiendo que si a alguno lo pillaban ... era motivo de expulsión. Pero ¡eran otros tiempos!. Entonces todavía vivía un señor que se llamaba Franco.
(Juan, 8-9-06)
"Lo que convierte la vida en una bendición no es hacer lo que nos gusta, sino que nos guste lo que hacemos." (GOETHE)
"No me resigno a que, cuando yo muera, siga el mundo como si yo no hubiera vivido" (Pedro Arrupe)
TOP: Ir al INICIO de esta página
Benvid@, a Galicias.com